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Vicentín, una ventana a la soberanía perdida

*Por Germán Mangione

¿Qué hubiese pasado si el Estado Nacional avanzaba con la propuesta de tomar el control de Vicentín sea en el formato de estatización completa o uno mixto con administración público privada?

 A esta altura solo podemos hacer conjeturas, pero seguramente los acreedores y el pueblo argentino tendrían más certezas y perspectivas favorables que en la actualidad.

Al momento de escribir esta nota, dos años, ocho meses y diez días después desde aquella declaración del “stress financiero” que hiciera público el directorio de la empresa dejando acreencias impagas por más de 1.500 millones de dólares con el Estado argentino, los productores granarios y los bancos nacionales e internacionales, todas las preocupaciones y sospechas sobre un desenlace desastroso se van corporizando.

DE LA “VICENTÍN ESTATAL” AL “TODOS SOMOS VICENTÍN”

Seis meses después del default de la cerealera santafesina, en plena pandemia, el gobierno recién asumido de Alberto Fernández anunciaba el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) por el que se intervenía la compañía por seis meses para llevar adelante la expropiación de la misma.

Las razones esgrimidas eran válidas entonces, y lo siguen siendo.  Proteger los puestos de trabajo, evitar el desguace de la empresa por parte de los monopolios agroexportadores, que el Estado y los productores terminen cobrando la mayor parte posible de sus acreencias y que, finalmente, el Estado pudiese tener una herramienta para evitar que se profundice la extranjerización y concentración de nuestro comercio exterior, asomándose aunque sea un poco al sector que hoy maneja de manera extorsiva el ingreso de dólares (por ende nuestra moneda) y que con gigantescos niveles de evasión ocasiona pérdidas cuantiosas al fisco, tan necesitado de ingresos por estos días. Una empresa estatal testigo en la formación de precios, en medio de la escalada inflacionaria.

Las posibilidades que se barajaron fueron varias, desde una empresa completamente pública hasta una de capitales mixtos que contuviese también a los productores afectados, las cooperativas, etc. Sin embargo, a los pocos días del anuncio presidencial, una escueta movilización con centro en Avellaneda y Reconquista, impulsada por el directorio de la empresa y los intendentes locales vinculados históricamente a Vicentín (como es el caso del por entonces presidente comunal de Avellaneda, Dionisio Scarpín, hoy senador por Santa Fe) y fogoneada por los medios nacionales, terminó haciendo que el gobierno retrocediese.

A pesar de contar con el apoyo de los gremios y numerosas organizaciones políticas que se manifestaron a favor de la medida con actos como el del Monumento Nacional a la Bandera, el 20 de julio de ese año se pudo escuchar a Fernández asegurar que “me equivoqué con Vicentín, pensé que iban a salir a festejar”, para justificar el primer gran retroceso de su gobierno ante el poder real. Con el agravante de haber perdido una posibilidad histórica, ya que en esos momentos contaba con una gigantesca imagen positiva como capital político y tenía delante una estafa con todas las letras que le daba la legitimidad.

Aquel retroceso en la recuperación de un pedacito de nuestra soberanía fue el preanuncio de lo que sería su política en el tema. Algo similar sucedió meses después con el anuncio y el posterior retroceso de la estatización de la administración del Paraná que todavía no está resuelta. Quizás en la misma línea podría hasta pensarse el acuerdo con el FMI que legitimó la deuda del macrismo. Deuda que el mismo Fernández aseguró que era ilegitima porque había servido a la fuga de divisas y se había cargado “sobre la espalda de generaciones de argentinos y argentinas”.

A pesar de contar con el apoyo de los gremios y numerosas organizaciones políticas que se manifestaron a favor de la medida con actos como el del Monumento Nacional a la Bandera, el 20 de julio de ese año se pudo escuchar a Fernández asegurar que “me equivoqué con Vicentín, pensé que iban a salir a festejar”, para justificar el primer gran retroceso de su gobierno ante el poder real.

¿Y SI SE HUBIESE ESTATIZADO?

Hoy solo podemos hacer conjeturas sobre cuál sería la situación si la empresa hubiese pasado a manos del Estado, pero sí podemos describir la situación actual en la que está, y es una situación en la que los peores miedos de los afectados se van haciendo realidad.

CUIDAD EL TRABAJO

En una Argentina que clama por trabajo genuino y que no encuentra la senda para generarlo, la situación de las fuentes de trabajo de Vicentín es una de las más preocupantes. La empresa sostiene más de 4.000 fuentes de trabajo (directas e indirectas) con los contratos a fasón con diferentes empresas, lo que no asegura una estabilidad más que por el tiempo que se sostengan esos contratos. De ser una empresa de producción, Vicentín se transformó en una de servicios para otras grandes exportadoras.

La Corte Suprema de Justicia, que intervino el amañado y viciado proceso preventivo de la empresa llevado adelante por el juez Fabián Lorenzini, pidió esta semana a los gremios aceiteros su opinión sobre la situación.

Con la firma de Leandro Monzón, Secretario General del Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros y Desmotadores de Algodón de los departamentos General Obligado, y San Javier, los trabajadores del norte provincial plantean en su respuesta que cualquier decisión que tome la Corte “debe necesariamente atender a la conservación de los puestos de trabajo, mantenimiento de los salarios, como así también evitar que la empresa continúe con su desguace y/o vaciamiento”.

El temor de los empleados de Vicentín es que se avance en la propuesta que impulsa la empresa y que tiene casi como beneficiarios exclusivos a ACA, la estadounidense Bunge, y Viterra, que pretenden desmembrar a la aceitera para quedarse con sus mejores activos descartando otros. “Ya en varios escritos hemos hecho referencia a la precaria, irrisoria, impracticable e insostenible Propuesta Concursal presentada por la empresa. Es más, el Juez intimó a la empresa a reformular la Propuesta, pero la ‘mejorada propuesta’, fue más de lo mismo y no contempla la planta Avellaneda, ni sus procesos productivos ni el futuro de los trabajadores. Todo ello, además, contradiciendo y haciendo caso omiso de una Resolución judicial, donde se intima a la Empresa a presentar una propuesta para Vicentín SACI Nodo Norte”, afirman preocupados los trabajadores.

Algo similar planteó en su momento el sindicato aceitero de San Lorenzo, donde se agrupan los trabajadores de las plantas del sur de la provincia. Preocupados por las idas y vueltas del concurso advirtieron que no iban a permitir ni la baja de salarios, ni la pérdida de puestos laborales y ante cualquiera de esas posibilidades se recurriría a medidas de fuerza que podrían paralizar todo el complejo agroexportador.

El temor de los empleados de Vicentín es que se avance en la propuesta que impulsa la empresa y que tiene casi como beneficiarios exclusivos a ACA, la estadounidense Bunge, y Viterra, que pretenden desmembrar a la aceitera para quedarse con sus mejores activos descartando otros

¿Cómo sería la situación de los laburantes con el Estado como parte de la empresa? Seguramente con mayores perspectivas de estabilidad que en la actualidad y con la seguridad de que es el único capaz de evitar la tragedia social que implica la pérdida de los miles de puestos de trabajo (directos e indirectos) tanto en el norte como en el sur de Santa Fe, donde se concentran las actividades de Vicentín.

RECUPERAR SOBERÍAN COMERCIAL Y MOTENARIA

En un momento del país en el que el “estrangulamiento externo” (o sea la falta de ingreso de dólares) se transformó en la preocupación casi exclusiva de la política económica, la posibilidad de controlar una de esas canillas vuelve a mostrar la necesidad de recuperar, aunque sea una parte de la soberanía comercial y monetaria. Y Vicentín era (y aun es) esa posibilidad.

La posibilidad de tener, por un lado, ingreso de dólares que no dependan de la especulación y la extorsión para devaluar y obtener beneficios que ejercen los diez o doce monopolios que manejan la comercialización del agro en sociedad con 4.000 o 5.000 grandes productores y terratenientes.  Sería ni más ni menos que tener algún peso en la definición de cuánto vale nuestra moneda. Nada más y nada menos que recuperar un poco de la soberanía monetaria perdida. ¿No es una razón suficiente para la intervención estatal?

En 2018 la empresa declaró ganancias récord por 75 millones de dólares, y en un ranking de las 200 empresas con mayor facturación, Vicentín pasó de la posición número 19 en 2015 a ocupar el sexto lugar en 2019.

En la campaña 2018/19, Vicentín fue el tercer exportador más grande dentro del complejo sojero (exportaciones de poroto, harina y aceite de soja) y ocupó el primer lugar en la exportación de girasol y sus derivados.

Por supuesto que es solo una porción de todo el comercio exterior argentino, pero es mucho más de lo que administra y sobre lo que define actualmente el Estado: ¡nada!

En la campaña 2018/19, Vicentín fue el tercer exportador más grande dentro del complejo sojero (exportaciones de poroto, harina y aceite de soja) y ocupó el primer lugar en la exportación de girasol y sus derivados.

CONTROLAR EL ROBO AL ESTADO Y LA EVASIÓN

El proceso preventivo y las denuncias penales contra las maniobras de los directivos de Vicentín, que caminan en paralelo a ese proceso, permitieron asomarse a todo el entramado de evasión y delitos económicos como la subfacturación y la triangulación que rodean a nuestro comercio exterior.

Como afirma Luciano Orellano en el libro Argentina Sangra por las barrancas del rio Paraná, un tercio de nuestra cosecha se va “en negro”, por fuera de los registros oficiales, perjudicando directamente las arcas fiscales. Y esto es posible a través de una maquinaria de planificación tributaria nociva.

Maniobras estas que el gobierno denunció en la asunción de Massa, por parte de exportadores e importadores por más de 1.250 millones de dólares. ¿No es lícito pensar que con el Estado participando del comercio exterior esas maniobras y entramados serían más fácilmente detectables así como las medidas necesarias para prevenirlas?

Como afirma Luciano Orellano en el libro Argentina Sangra por las barrancas del rio Paraná, un tercio de nuestra cosecha se va “en negro”

EVITAR LA CONCENTRACIÓN Y LA EXTRANJERIZACIÓN DEL COMERCIO

El concurso preventivo y la propuesta de los directivos de Vicentín parecen tener un horizonte claro: por un lado, evitar que los actuales socios queden totalmente fuera del negocio y, por el otro, entregar los mejores activos de la empresa a los grandes jugadores del sector.

Con ACA, la estadounidense Bunge y la anglo suiza Viterra (socia de Vicentín en Renova, la planta procesadora de soja más grande del mundo) como protagonistas, el desguace se presenta como inminente. Un destino que profundizaría el ya concentrado y extranjerizado panorama del comercio exterior argentino.

Y el plan parece reservar al resto de todos los actores del proceso, principalmente a los laburantes, los productores y el Banco Nación, el lugar de perdedores. Así lo advierten los productores acreedores de la empresa que en una reciente presentación argumentaron que la propuesta concursal que impulsa Vicentín es “arbitraria e injusta” porque “pretende disponer los bienes más valiosos y pagar a sus acreedores un 20% de los más de 1.630 millones de dólares que debe”.

“Pongámoslo bien claro”, exigen en la misiva, “esta maniobra, que implicaría el desguace de la compañía, es un excelente negocio para los accionistas de Vicentín y para los compradores (por ACA, Bunge y Viterra), pero es nuevamente a nuestro exclusivo costo y no lo vamos a permitir”, aseguran los productores que ante el rumbo viciado del concurso ya no ven con tan malos ojos la intervención estatal en el tema como la única garantía de cobrar algo de todo lo que les robó Vicentín. De hecho, a comienzos de este año, cuando todavía no estaba suspendido el concurso, un conjunto de más de setenta productores a los que Vicentín les debe plantearon la necesidad de rechazar la propuesta de la empresa (en aquel momento estaba en pie la participación de Molinos que luego fue reemplazada por Bunge) e impulsar un cramdown que imponga otro modelo de salvataje que incluyera en la dirección a los productores y al Banco Nación. Posibilidad que vuelve a reflotar, tras la intervención del concurso por un decreto, la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe el mes pasado.

SIN DECISIÓN POLÍTICA NO HAY SALIDA POSIBLE

Todos los debates posibles en torno al futuro de la empresa y del comercio exterior argentino, así como todas las conjeturas sobre qué hubiese pasado si el Estado avanzaba sobre la administración de Vicentín, tienen como gran punto débil la casi total ausencia de las máximas figuras de la representación política tanto nacional como provincial.

Desde la marcha atrás y posterior abandono del tema por parte del gobierno nacional y el presidente Alberto Fernández, hasta la intencionada desidia del gobierno de Omar Perotti en Santa Fe, fueron creando un ámbito propicio para todo tipo de maniobras fraudulentas y contra los intereses nacionales tanto del directorio de Vicentín como de los grandes monopolios agroexportadores.

Una muestra de este abandono del tema por parte del Estado, es que la Comisión de Información y seguimiento de la Empresa Vicentín SAIC de la Cámara de Diputados y Diputadas de Santa Fe, con el empuje de Luis Rubeo y Carlos del Frade, es el único ámbito institucional en donde se sigue discutiendo y debatiendo el tema.

La importancia del mismo para el conjunto de los argentinos y argentinas radica en las posibilidades que brindaría la participación estatal en la empresa y que intentamos describir en esta nota.

Todos los debates posibles en torno al futuro de la empresa y del comercio exterior argentino, así como todas las conjeturas sobre qué hubiese pasado si el Estado avanzaba sobre la administración de Vicentín, tienen como gran punto débil la casi total ausencia de las máximas figuras de la representación política tanto nacional como provincial.

A esta altura del proceso y con los horizontes actuales, solo los pocos que ganan con el estado actual de las cosas, perjudicando en ese camino al conjunto de los argentinos y argentinas, pueden querer al Estado totalmente afuera del tema.

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