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Un Encuentro con carácter

Por Laura Ruocco

El enorme potencial del movimiento de mujeres y diversidades de Argentina es distintivo. Ha concretado avances y derechos trascendentales para el territorio, convirtiéndose en un faro en la región y el mundo. No solo en lo referido a la conquista de leyes de avanzada, sino particularmente por las novedosas y aguerridas dinámicas de lucha. Y dentro de estas formas distintivas, no cabe dudas que los 34 años de Encuentros consecutivos son un factor determinante (aunque no el único) en el estallido de la marea y en transformar las consignas en conquistas. Podemos decir que este movimiento logró transformar el dolor en lucha y la lucha en alegría y derechos.

Desde hace décadas, precisamente desde 1986, los Encuentros presentan una dinámica muy particular de funcionamiento, que se fue puliendo en el andar, pero que reconoce algunos “pilares” que son una especie de piedra angular o esencia que los caracteriza. Sobre esta base se fueron generando algunos cambios, pero que no modificaron el concepto general de este espacio en donde lo que se busca garantizar es: el carácter plural, democrático, horizontal, federal y autogestionado. El espacio fue creciendo, los debates se fueron multiplicando, complejizando, las voces se amplificaron. La participación se hizo masiva y explosiva. Realmente un tsunami de mujeres y diversidades que llega a una ciudad a dejar y a llevar ideas, proyectos y colores.

Muchas veces se ha escuchado que es necesario “sostener el carácter de los encuentros” pero ¿qué define el carácter de los encuentros? ¿el cambio del nombre significa que cambie el carácter? En principio cabe reconocer que el Encuentro refleja un enorme movimiento de mujeres y disidencias que, por lo tanto, si es movimiento no es estático. Pretender que nada cambie escapa de la realidad y genera posiciones conservadoras.  El carácter particular de este espacio de tanta trayectoria tiene bases sólidas que se sostienen para garantizar un funcionamiento democrático y plural, pero no se puede pretender conservarlo todo, en los hechos siempre mutó, creció, se amplió y diversificó. Las conquistas de la marea verde fueron posibles porque se combinaron trayectorias históricas con nuevas experiencias, organización con espontaneidad. Trayectoria constante con movimientos disruptivos. Participar de un Encuentro te cambia la vida, pero también nosotras y nosotres somos protagonistas de los cambios del Encuentro.

Lo distintivo del Encuentro reside en su potencial y esa fuerza fue creciente y cambiante ¿Que métodos garantizan ese potencial? El método democrático: considerar las voces diversas, es decir la capacidad de buscar consensos y de poner en evidencia los disensos, sin que los últimos quiebren al movimiento, sino que sean un reflejo de los debates vigentes en la sociedad. La participación igualitaria y horizontal de las personas: sin disertantes ni especialistas, sino con experiencias compartidas de todas las personas presentes, que pertenecen a diversos sectores de la sociedad. Su movilidad territorial: en un recorrido federal pero que reconoce la plurinacionalidad, es decir, la diversidad de naciones existentes (y preexistentes) sobre este territorio, que se nutre de la cultura y las particularidades de cada región. La síntesis de las experiencias: se plasman en las conclusiones, en documentos que se resguardan y se comparten incluso como material histórico.

Participar de un Encuentro te cambia la vida, pero también nosotras y nosotres somos protagonistas de los cambios del Encuentro.

Es necesario sostener pilares, experiencias y métodos exitosos de funcionamiento, pero al mismo tiempo este potencial movimiento debe ser receptivo de los cambios y las demandas de un colectivo que en los últimos años desborda los espacios públicos. En los Encuentros confluyen luchas específicas de género que además cuestionan el sistema de opresión que origina la desigualdad. En general, las corrientes feministas y transfeministas, que participan masivamente en los Encuentros, interpelan a los sectores populares y reconocen que el patriarcado se sostiene con el capitalismo y se agudiza con la expresión neoliberal del sistema. De esta manera, se conjuga el reconocimiento de identidades oprimidas por el sistema, la ampliación de derechos, la defensa del medioambiente, la denuncia de sectores reaccionarios y fascistas. Es decir, un movimiento que se reconoce politizado y popular. Que expresa diferencias ideológicas y metodológicas, pero que ha sabido poner los puntos de acuerdo por sobre los disensos. En uno de los momentos sociales y políticos donde más unidad se necesita para enfrentar el avance contundente de sectores reaccionarios que amenazan nuestras conquistas, llegamos a San Luis divididas en dos Encuentros. Esto sucedió por la falta de flexibilidad para reconocer los cambios y sin la responsabilidad de priorizar la unidad. El desafío para el movimiento será llegar al próximo Encuentro en 2023 nuevamente unidas y unides.

UNIRSE ANTE LA “CONTRA-OLA”

La marea también genera reacción. Es ineludible el avance de sectores reaccionarios en la región y en el mundo. En una síntesis que seguro será arbitraria y escueta, pero alarmante,  podemos mencionar el retroceso de la ley del aborto en EE.UU. y en Hungría (que pretenden que las personas gestantes escuchen el corazón del feto antes de abortar); la derrota electoral del Apruebo en Chile; el intento de magnicidio de Cristina Kirchner y el discurso de odio en Argentina; el alto porcentaje de votos a Bolsonaro en Brasil, la elección de un gobierno de extrema derecha en Italia, por solo nombrar algunos ejemplos. Aunque también vemos como el asesinato de Masha Amini despertó la rebelión femenina en Irán. Por lo tanto, la marejada es grande. Hay ola y contra-ola.

La respuesta a la contra-ola tiene que ser la unidad popular. Sostener y ampliar frentes políticos, sociales y feministas. Nutrir los movimientos que han avanzado y lograron importantes cambios. Dentro de las contradicciones que hay en la sociedad, ubicar las principales: la lucha contra los elementos reaccionarios y no los debates que se dan dentro del campo popular, que deben ser reconciliables y saludables.

LA LUCHA POR LAS PALABRAS

En medio de una revolución en el lenguaje, por nombrar aquello que fuera y es silenciado, también nuestras experiencias son interpeladas por ello. El Encuentro encontró un rico debate en torno a cómo nombrarlo. Si es de Mujeres o contiene también a las diversidades, si es Nacional o Plurinacional.  En primer lugar, el cambio de nombre expresa la necesidad de este movimiento politizado y organizado de reconocer tanto las identidades originarias como las disidencias (con límite en las masculinidades). Si bien siempre participaron del Encuentro, fue creciente la demanda de visibilizar la participación en la nominación del Encuentro. Es por eso que el cambio de nombre no necesariamente altera el funcionamiento, porque el planteo tiene que ver con la visibilidad y no con el método. El eje está puesto en el género y el territorio como lo planteaba la propuesta original. Al mismo tiempo, jerarquiza las problemáticas de las diversidades y los pueblos originarios. Esto no modifica el carácter, en la medida que siga incluyendo en la composición al conjunto de sujetxs que participan de los Encuentros y que no aparecen en esta nueva nominación (campesinas, migrantes, obreras, estudiantes, etc.)

El cambio de nombre no es lo que pone en riesgo el carácter, sino por el contrario, el Encuentro se pone en peligro cuando hay división, resistencia al crecimiento y a considerar cambios positivos, ineludibles y deseables por la gran mayoría que se expresa tanto en los Encuentros como en el amplio movimiento de toda la región. La identidad feminista y transfeminista, en la actualidad, es una expresión popular. Resistirse a ese avance expresa el miedo a profundizar los debates dentro del campo popular; restringe la oportunidad de los cambios profundos que permite una marea; subestima la posibilidad de que los sectores populares que participan de los Encuentros, protagonicen transformaciones revolucionarias en un momento de auge, ya que la coyuntura es importante, no se puede dejar pasar semejante oleada.

EL FEMINISMO Y TRANSFEMINISMO NOS POTENCIA

La lucha por superar las opresiones que recaen sobre los géneros integra al feminismo y al transfeminismo. ¿qué “nos” convoca? Los movimientos que se desarrollan en diferentes territorios han crecido exponencialmente visibilizar la lucha de las mujeres cis en conjunto con las disidencias, entre las que se encuentran los transfeminismos. Están integrados en un mismo movimiento porque reconocen el origen de sus opresiones en el sistema patriarcal, que se nutre de las desigualdades del sistema capitalista depredatorio. En la práctica, se gestó un amplio movimiento de consensos y consignas comunes que se expresaron en la marea. Son las mujeres trans las que, al adquirir mayor visibilidad, encabezan hoy la lucha contra la explotación sexual, las que tienen menos expectativa de vida por las múltiples formas de violencias que padecen, por eso también son las que tomaron con más fuerza la bandera de lucha. Esta visibilidad y unidad debe ser analizada como un potencial ya que, en los hechos, los movimientos que se integraron lograron avanzar en la ampliación de derechos para las mujeres cis, trans y personas no binaries.  La marea multicolor ha sabido avanzar, generar consensos y un grado de unidad que indiscutiblemente potencia al movimiento.

El feminismo y el transfeminismo. Están integrados en un mismo movimiento porque reconocen el origen de sus opresiones en el sistema patriarcal, que se nutre de las desigualdades del sistema capitalista depredatorio.

¿Qué sentido tendría dividir las luchas de las mujeres cis con las personas trans o no binaries? Si bien hay reclamaciones específicas para el reconocimiento de las identidades (como la ley de identidad de género, el cupo laboral, el matrimonio igualitario, entre otras) la lucha en común es contra el patriarcado y en ello contra el neoliberalismo como la expresión más salvaje del capitalismo.

Las mujeres cis vienen de experiencias tan diversas y niveles de opresión diferentes atravesados por la cuestión de clase y otras intersecciones. Una mujer cis de clase alta no padece las formas de opresión de una mujer cis trabajadora, originaria, migrante, o negra. Por lo tanto, aquellos argumentos que plantean que hay una unidad per se, una especie de cofradía biologisista de mujeres cis, caen en el riesgo de no reconocer los diversos niveles de opresión al interior del género y desde una posición biologicista desatender la lucha de las personas trans que padecen, en la mayoría de los casos, mayores niveles de discriminación y violencias que las mujeres cis. Esto no pretende negar e invisivilizar que las mujeres cis son abusadas, violentadas y asesinadas por el solo hecho de “ser mujeres”. En sus distintos niveles de opresión, todas padecen las violencias del patriarcado, desde las más sutiles hasta las más extremas, como los femicidios que suceden a diario y que nos convocan a seguir visibilizando y engrosando la lucha para erradicarla. Pero también son las mujeres trans las que mueren antes de los 40 años, las que se ven obligadas a prostituirse o a vivir en la marginalidad por no ser aceptadas y reconocidas en la sociedad.

La corriente que se propone defender la “categoría mujer” (refiriéndose a las mujeres cis) plantean que la lucha en conjunto con las personas trans y no binaries debilitan o amenazan su identidad.[1] Esta corriente, con mayor o menor grado de intencionalidad, han incurrido en ideas reaccionarias preocupantes. Llegando a argumentar que la categoría “mujer” tiende a desaparecer, que peligran las estadísticas, que las personas podrían utilizar el cambio de identidad con finalidades espurias o fraudulentas, e incluso culpan a las personas homosexuales de fomentar la subrogación de vientres. No solo discriminan, sino que subestiman la construcción de la identidad, llevándola a un plano ridiculizante. Utilizan argumentos anticapitalistas para oponerse a las terapias de hormonización: “le hacen el juego a la big pharma” esgrimen; “es una moda que imponen los empresarios de las grandes farmacéuticas para vender estas terapias”. Estos argumentos ridículos y con un alto grado de desprecio, ignorancia y subestimación fomentan el transodio y la homofobia. ¿Acaso las personas cis no consumen productos del sistema capitalista que son funcionales a la big pharma? ¿Acaso no toman pastillas anticonceptivas o piden misoprostol para abortar? Esta corriente utiliza elementos de la teoría marxista de manera forzada para fundamentar una postura reaccionaria. Sin embargo, negar un fenómeno que avanza, crece, se mueve, muta y transmuta y que busca ampliar los sujetos de cambio, es todo lo contrario al marxismo.

Un feminismo y transfeminismo popular o marxistacuestiona a las empresas imperialistas, aboga por la soberanía nacional o formas anticapitalista de organización social, e incluso propone desarrollar terapias alternativas de origen natural. Pero, a diferencia de la corriente que se denomina “contra el borrado de la categoría mujer”, el feminismo y transfeminismo popular abona a la unidad con todos los sujetos, que padecen estas demandas, que, en la práctica (en las luchas por la ampliación de derechos, en las calles, en los espacios de trabajo, sindicales y políticos) confluyen sin temor a la identidad y a la diversidad. Mantener las identidades es un potencial, manteniendo las reclamaciones específicas, pero con un mismo objetivo: derribar al patriarcado y al sistema de clase que le es funcional. En síntesis, es preciso unirse en la diversidad.

Las mujeres cis no han dejado de ampliar sus derechos porque las trans hayan logrado mayor visibilidad, sino todo lo contrario… ¿o acaso la ley del aborto no se logró con una marea multicolor? Las trans reconocen que los movimientos de mujeres cis que las abrazaron, potenciaron sus reclamaciones más específicas. Hoy nos encuentra en esta unidad, con avances, con debates, con interrogantes. También se empieza a debatir la participación de varones trans, que se puso sobre la mesa principalmente por el caso Tehuel. Aunque en este momento parece haber cierto consenso en el límite de la participación de las masculinidades dentro del movimiento.  Asimismo, muchas masculinidades, sobre todo las trans, se replantean sus privilegios y buscan construir nuevas masculinidades. Así como otras corrientes buscan abolir los géneros o reconocer multiplicidad de ellxs. Cuál es el alcance de la unidad en la lucha por la superación de la opresión de los géneros serán debates que continuarán dentro del movimiento y la práctica será la mejor guía.

NO PERDER LA CLASE

Dentro de la amplia gama que compone el feminismo y transfeminismo hay diferencias que, como dije anteriormente, no deben ser la contradicción principal, pero que ponen en evidencia la estrategia disímil de cómo encarar el camino hacia la superación de la opresión de género. Jerarquizar y visibilizar en el nombre del Encuentro y en el contenido de los talleres a las disidencias y a las identidades originarias que coexisten en el territorio y la región, es necesario, pero no deben deslindarse del enfoque de clase. No diluir la problemática del trabajo asalariado, la relación capital-trabajo, que es la base de la sociedad que queremos derribar, y que es la gran contradicción del sistema de explotación capitalista que se nutre de la segregación por géneros, razas, el colonialismo y la dependencia. A sido un enorme avance teórico y reivindicativo el debate en torno a las tareas de cuidados (trabajo reproductivo), pero, no debemos omitir la importancia del trabajo en espacios productivos, que no necesariamente están vinculados a las tareas de cuidados. Ya sea en sectores de servicios, en la producción fabril, en áreas rurales, etc. Sobre los cuerpos feminizados recaen múltiples formas de explotación, el trabajo reproductivo y productivo forman parte de un engranaje que favorece al sistema capitalista. Ambos componen lo que llamamos la doble (o triple) opresión, deben garantizarse los espacios para dar estas discusiones. La importancia de las experiencias autogestivas o cooperativistas, que son válidas en términos experiencias alternativas al sistema, como en los movimientos sociales, no deben invisibilizar la realidad laboral de la mayoría de las mujeres y disidencias, ni las demandas necesarias para superar esa segregación en los ámbitos de trabajo asalariado.  Son las mujeres y disidencias las que son contratadas para ocupar puestos de menor remuneración, las que padecen abuso y acoso laboral, las que son condicionadas o discriminadas por ser personas gestantes, entre otras formas de violencias que padecen y eso debe estar en debate en el Encuentro con talleres que puedan abordar las especificidades. La mirada de clase debe estar integrada a las demandas específicas de las mujeres, de las disidencias y de los pueblos originarios, porque son parte del mismo sistema de opresión.

ADVERTENCIA: UN ENCUENTRO DE TENDENCIA

Los Encuentros tuvieron la particularidad de ser plurales y receptivos de las diferentes corrientes de pensamiento, de esta manera, con debates y tensiones, siempre fueron creciendo y modificando las maneras de pensar de quienes participan. En general asisten, de todo el país, mujeres y disidencias organizadas (organizaciones sociales, gremiales, agrupaciones y colectivas feministas y de las diversidades, campañas, partidos políticos, expresiones religiosas, etc.) aunque hay expresiones autoconvocadas (principalmente las mujeres y disidencias de la localidad que convoca y sus cercanías), pero lo mayoritario asisten organizadas/es. Sin embargo, las Comisiones Organizadoras del evento han mantenido, hasta el momento, una convocatoria amplia, sin identificaciones políticas partidarias, ni apoyos gubernamentales explícitos, ni tendencias. Si bien las organizaciones son parte fundamental del sostenimiento consecutivo de los Encuentros, se evita que sean explicitas para contener a las diferentes corrientes de pensamiento en la convocatoria. Esta característica posibilita que una persona que padeciera violencia de género, encontrara contención, más allá de las diferencias políticas o de sus idiosincrasias. Al mismo tiempo asisten organizaciones que van a una disputa ideológica planificada, a veces con posiciones inflexibles, que generan tensiones, algunas son imposiciones partidarias, otras religiosas o de tendencias ideológicas, muchas veces hay debates concretos que son transversales a las organizaciones, por ejemplo, las posiciones respecto al aborto o la prostitución.

Al mismo tiempo, la coyuntura política fortaleció la unidad del campo popular a partir del 2015. El movimiento creció y se diversificó aún más, sin dudas fue uno de los más influyentes y con mayor capacidad de movilización de la última década. Por un lado, identificando con claridad las políticas neoliberales del gobierno de Macri. Y en lo específico, la necesidad de defender una cantidad de leyes conquistadas en los años previos.

Esta unidad se potencia con el tratamiento de la Ley del aborto y la posibilidad concreta de que se apruebe, que derivó en la marea verde. Estos elementos empoderaron al feminismo, lo hicieron extensivo y popular. Esto se expresa en una tendencia mayoritaria en los Encuentros. La pregunta es si las Comisiones Organizadoras y los Encuentros van a seguir siendo un espacio que contenga a las personas que padecen diversas formas de opresión (por ser mujeres y disidencias de sectores sociales más vulnerados, trabajadoras, migrantes, originarias) más allá de sus posiciones respecto del aborto, de la religión, del feminismo, de los partidos políticos, etc. y que permita que se expresen los debates actuales en la sociedad y las diversas realidades de mujeres y disidencias. O será un Encuentro que limite la participación únicamente a las tendencias más avanzadas que levantan el pañuelo verde, naranja y violeta, como el logo del 35°Encuentro lo indica. ¿Qué tipo de Encuentro permite que el movimiento crezca y avance? ¿Estamos en un momento para juntarnos solo las que nos identificamos con determinadas consignas del feminismo? ¿O aún necesitamos de espacios que contengan a sectores populares que están en disputa?  La marea verde crece y crece porque interpela, incomoda, se organiza y lucha, transformando el dolor en lucha y la lucha en alegría y conquistas. 


[1] Se identifican en “La alianza contra el borrado de las mujeres”, se ubican como una corriente feminista en defensa de los derechos de las mujeres basados en el sexo. Publican manifiestos, charlas, videos en los cuales denuncian las leyes que reconocen diversas identidades, que desde su punto de vista, atentan contra el sexo biológico. www.contraelborradodelasmujeres.org

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