Emilia Riquelme y María Jesús Vega*
Integrantes del Cabildo de Chilenxs en Buenos Aires
A un año de iniciarse la revuelta de octubre en Chile, nos vemos interpeladas a conmemorar la fecha donde lxs secundarixs dieron el salto de rebeldía para que los pueblos en el territorio alzaran la voz, ante tantos años de promesas incumplidas, de injusticias y de condiciones de vida indignas.
Con el salto al torniquete, se iniciaba un proceso de acción y reflexión que ha tenido un triunfo popular en las urnas el pasado 25 de octubre, a partir del cual podremos borrar el legado plasmado en letra que dejó la dictadura cívico-militar en nuestro país, cambiando la Constitución que rige actualmente en Chile.
El desafío de este escrito surge del ejercicio de poner en palabras la experiencia personal que nos atraviesa desde el 18 de octubre de 2019 y que se ha traducido en acción colectiva como chilenxs migrantes. Si bien nació como reflexión personal, se ha construido a lo largo de estos meses, de una forma colectiva. Chile tal y como lo conocíamos hasta ese entonces cambió, y nosotras, cambiamos con él.
Aunque vivimos en Buenos Aires, la revuelta popular nos encontró en Chile cuando arrancaban las evasiones masivas del metro (subterráneo) por parte de lxs secundarixs, sin conocernos aún. Estábamos viviendo de cerca, pero al mismo tiempo de lejos, el comienzo de la revuelta, pues sabíamos que nuestro retorno a Buenos Aires era inminente.
Se nos abría la interrogante del qué hacer, cómo participar de la revuelta desde el otro lado de la cordillera. Así, se abrió la oportunidad de conocernos en diferentes espacios de organización y comenzamos a trabajar desde el llamado interno de denunciar la violencia, pero al mismo tiempo, con la esperanza de construir, porque la revuelta en Chile no solo interpeló a lxs habitantes del territorio, sino también a todxs lxs chilenxs “repartidxs” por el mundo, que empezábamos a reorganizarnos, denunciar y participar del proceso que se abría. Les dejamos un poco de aquella experiencia.
La comunidad chilena en Buenos Aires y la experiencia de la revuelta.
Vasta bibliografía caracteriza los flujos migratorios y las características de la comunidad chilena migrante en Argentina y específicamente en Buenos Aires en distintos momentos de la historia, de los cuales, dos de ellos identificamos como los más significativos: por un lado, tal como identifica Matossian (2012) existió un aumento del flujo migratorio desde Chile hacia Argentina durante los años ’70, posterior al golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende, donde miles de chilenxs buscaron refugio en este lado de la cordillera y que, acercándose a los años ’80, fueron arribando en mayor cantidad hacia los núcleos industriales de Buenos Aires, especialmente de la provincia; por otro, la caracterización de la migración más contemporánea, más vinculada a motivos educativos, tal como complejizan Fanta y Cáceres (2014) entendiendo la realidad de la educación mercantilizada en Chile. Ante ese escenario, Argentina se presenta como alternativa no sólo por la gratuidad de los estudios de grado y los bajos costos de los estudios de posgrado, sino también por su indiscutible calidad.
Ponemos el acento en estos dos momentos históricos, porque nos ayudan a configurar la realidad política que se vive dentro de la comunidad, en especial, para poder comprender quiénes son lxs chilenxs organizadxs hoy en Buenos Aires.
En nuestra experiencia personal como migrantes chilenas, hemos sido testigo de la profunda atomización de la comunidad, donde las problemáticas y desafíos que se presentan en lo político, muchas veces son resueltas de manera individual o mediante la búsqueda de información en Redes Sociales o grupos de Facebook, pero que, al mismo tiempo, se encuentran grupos organizados con trayectoria de articulación.
Estos grupos varían desde espacios vinculados a los Derechos Humanos y el exilio político, formadas desde los años ’70, hasta organizaciones más contemporáneas, vinculadas a reclamos educativos, así como también otros grupos que visibilizaban la lucha del pueblo mapuche. Todas ellas, han tenido sus hitos de participación, confluyendo especialmente para las actividades de memoria en los 11 de septiembre de cada año (fecha del golpe de Estado que derrocó a Allende) o ante los hechos de violencia que ocurren en el Wallmapu.
Mas, vino la revuelta popular de octubre y remeció las bases individuales y de organización colectiva. Cada día era más difícil mantenerse al margen, se hacía urgente poder encontrarnos, articular y generar acciones concretas.
Fueron así reactivándose las organizaciones y multiplicándose como cadena, diversos espacios y acciones de visibilización y denuncia respecto a la violación sistemática de los Derechos Humanos que acontecían en Chile. Nacieron nuevos espacios de articulación territorial, de organización política, artística y cultural e incluso de la migrantada latinoamericana, que al calor de los acontecimientos que también impactaban en otros países de la región, nos abrazamos y unimos fuerzas para levantar la voz respecto a los diferentes conflictos que acontecían en nuestros territorios.
Viejas y nuevas asambleas, autoconvocadxs, organizaciones y en particular espacios de discusión como el Cabildo de Chilenxs en Buenos Aires —al cual pertenecemos— hacíamos eco de la necesidad de pasar del “sentir y denunciar” al “hacer”, ya que aún lejos del territorio, teníamos y seguimos teniendo cosas para decir y ganas de participar.
Sin embargo, dado lo extenso de la revuelta, se agotaron y acotaron cada vez más los espacios de denuncia, así como también se abrían nuevas aristas dentro de la revuelta, incluyendo el reclamo histórico por una nueva constitución, habilitando así una pregunta central para las nuevas y viejas organizaciones durante el año 2020 y especialmente en el contexto de pandemia: ¿Cómo podemos hacer lxs chilenxs migrantes en el extranjero para participar?
La pregunta no era sencilla de responder, pues veíamos con tristeza como, tal como hicieron por años con lxs exiliadxs políticxs, negándoles su derecho legítimo al voto, a nosotrxs se nos excluye ahora también de la participación plena en el proceso constituyente, pues la actual ley electoral sólo nos considera para votar los plebiscitos de entrada y salida, pero no nos permite elegir a lxs miembrxs del órgano redactor de la nueva constitución. Por eso, nos era urgente activar, para poder incorporarnos al debate político como sujetxs legítimxs, pues creemos que aún desde el otro lado de la cordillera, tenemos y podemos ser un aporte para esta nueva etapa que se nos presenta, apostando por dar la pelea en una trinchera más, a la par de las calles, denunciando, visibilizando, pero también creando y peleando por nuestros derechos, en un contexto de pandemia que ha dejado más en evidencia la precariedad de la vida que el “Jaguar de Latinoamérica” tenía escondido debajo de la alfombra.
El plebiscito de Octubre 2020 y lo que viene.
De público conocimiento es la alegría de los pueblos en Chile tras el triunfo de la opción “Apruebo” que pone en marcha el proceso de cambio de la Constitución actual heredada de la dictadura. El “Apruebo” ganó por 78,27% arrasando entre la población votante del país. Junto con esta opción, se debía definir qué órgano redactará la nueva carta magna, para lo cual se proponían dos opciones: una Convención Mixta Constitucional (conformada en partes iguales por miembrxs del actual Congreso y otrxs electxs por la ciudadanía) y una Convención Constitucional (todxs sus miembrxs son electxs por votación popular y su única finalidad es redactar una nueva Constitución). Finalmente, la Convención Constitucional ganó por un 78,99%. Estos resultados dan cuenta de lo que luego el presidente del servicio electoral (SERVEL) reconocería como la mayor votación de la historia de Chile en término de votos absolutos y en contexto de voto voluntario[i].
El amplio vuelco de los pueblos a las urnas, se vio reflejada también en los resultados de la votación desde el extranjero, y en particular en Buenos Aires, donde lxs chilenxs migrantes dimos un aplastante triunfo al “Apruebo”, con un 89,36% de los votos y un 89,95% a la Convención Constitucional. Es importante destacar que estos resultados se dan en un contexto de aumento de la participación electoral de lxs chilenxs migrantes en Argentina respecto de la elección anterior, a pesar de las restricciones[ii], y que en el caso de lxs chilenxs residentes en Ushuaia y Río Grande, éstxs no pudieron votar. Estas cifras, para nosotras, son importantísimos indicadores de que Chile quiere un cambio.
De allí, que este plebiscito nos interpele de muchas formas: por un lado, aunque el proceso surgió desde la calle a través de años de movilización que tuvieron su punto más álgido en octubre pasado[iii] su ejecución se gestó a puertas cerradas entre lxs mismxs desprestigiadxs políticxs en lxs que la gente no cree, lo cual nos generó muchas dudas y cuestionamientos sobre el proceso mismo, que se mantienen hasta el día de hoy; por otro lado, las alternativas de órgano redactor de la nueva constitución que nos dieron a elegir en la papeleta, no son los que hubiésemos esperado, ya que la calle pedía una Asamblea Constituyente, Soberana y Plurinacional y la opción más cercana que se presentaba fue una Convención Constitucional, que sigue funcionando dependiente de los poderes del Estado, pero permite elegir a todxs lxs convencionales.
Sin embargo, creemos firmemente que, aunque el plebiscito no es lo que esperábamos, no podemos cometer los mismos errores otra vez y dejar de disputar el proceso. No podemos dejar de estar presentes en todos los frentes de lucha que se abran, ni tampoco quedarnos sólo en el “Apruebo”.
Enfrentar nuevamente un plebiscito, nos permitió elaborar un paralelismo entre 1988 y el 2020, donde en las urnas estamos tomando grandes decisiones. Este paralelismo nos ha servido para pensar y reflexionar sobre lo siguiente: el plebiscito de octubre del año ‘88 que se desarrolló en Chile para saber si se continuaba o no con la dictadura de Pinochet marcó un hito fundamental en nuestra historia, pues sacó al dictador bajo el slogan “Chile, la alegría ya viene”. Pero la alegría nunca llegó. Nuestrxs padres, madres y abuelxs confiaron en lxs políticxs que habían luchado contra la dictadura y esperaron a que hicieran su trabajo: deshacer lo que bajo el régimen de Pinochet se había construido. Pero aquellxs en lxs que confiamos, no sólo traicionaron sus ideales, sino a todos los pueblos que creyeron que la dictadura acababa aquel octubre. Pinochet dejó el poder ejecutivo, pero la dictadura era una sombra que nos quitó la alegría y las ganas de vivir.
Hoy, creemos estar frente a la posibilidad histórica de terminar la sombra de la dictadura, de romper el legado de Pinochet y sus secuaces, cambiando la constitución que legitimó aquel régimen de terror. Pero de la experiencia hemos aprendido: luchamos en las urnas y seguimos en las calles. El plebiscito no es el cierre del proceso que se vive en Chile, sino un nuevo comienzo que debemos disputar. Aunque no es el proceso constituyente que hubiésemos esperado desde la lucha, nos parece importante disputarlo para no cometer los mismos errores que en el pasado: no dejaremos en manos de políticxs que no conocen la realidad de la gente, aquello que los pueblos han conquistado. Creemos firmemente que todos los espacios de lucha deben ser disputados y conquistados. Podemos luchar para conseguir una constitución como la que Chile se merece y podemos evitar que lxs mismxs de siempre pongan sus manos machadas de sangre en esta nueva carta magna.
La lucha continúa, y hay espacios que hemos ganado a través del proceso que se gesta actualmente en Chile: por un lado, la Convención Constitucional será paritaria -algo único en el mundo- que asegura la participación de las mujeres, actores sociales fundamentales de este proceso de cambio; por otro lado, hace pocos días se aprobó en la comisión de constitución del Senado que existirían 23 escaños reservados para lxs representantes de los pueblos originarios, y 14 de ellxs deberán quedar en manos de miembrxs del pueblo mapuche[iv]. Estos escaños se agregarían a lxs 155 convencionales establecidxs. Aunque aún falta la aprobación del Senado, es un camino que está forjándose y que se debe asegurar. Ahora bien, ¿y qué pasa con lxs chilenxs migrantes? Hasta ahora, no podemos elegir convencionales.
Es allí entonces donde centramos nuestrxs próximos desafíos: tener escaños dentro de la Convención Constitucional. Para ello, hemos trabajado -previo al plebiscito inclusive- en articular nuestra fuerza con chilenxs migrantes de otros lugares del mundo, reactivando la discusión respecto a crear “distritos internacionales” que nos permitan elegir a nuestrxs convencionales y participar de la redacción de una nueva constitución. Actualmente, hay un proyecto de ley en el Congreso[v] que seguimos atentamente, pues nos permitiría romper el cerco de exclusión en el cual nos encontramos hoy, creando 8 escaños reservados para chilenxs en el exterior (4 de ellos representarían a América del Norte, central y del Sur).
Sabemos que este proceso institucional es solo una arista más de todo el proceso que se está gestando en Chile. Sabemos que nuestros pueblos no soltarán las calles y que la lucha seguirá. Sabemos también que la organización territorial que surgió con este proceso no va a olvidarse, porque se ha mantenido activa, solidaria y firme hasta en los peores momentos: mientras el gobierno chileno reprimía, los pueblos organizados levantaban ollas populares, brigadas de protección, acompañamiento a lxs compañerxs presxs políticxs y, en nuestro caso, nos reunió en espacios de solidaridad migrante del territorio que habitamos.
Consideramos fundamental reivindicar todos los frentes de lucha. Creemos firmemente que necesitamos inaugurar una lucha institucional donde la ciudadanía esté presente para dar la pelea y luchar por nuestros derechos, pero tampoco esperamos ni creemos que todas las soluciones vendrán desde allí. Chile es un país herido, que duele, que margina, que apena y que tiene mucho que aprender, por eso seguimos trabajando en todos los frentes. La espera y el letargo sólo permitieron profundizar un sistema brutal, pero la olla a presión reventó y despertamos para no dormirnos más.
Chile Despertó. Chile cambió. Y en este momento histórico, disputaremos cada espacio que haya para disputar, ocuparemos cada calle que podamos tomar y lucharemos por cada cosa que queramos cambiar, hasta que la dignidad se haga costumbre.
Nos encontramos para nunca más soltarnos.
Lucharemos por la construcción de un nuevo Chile que nos incluya a todxs: mujeres, migrantes de todos los espacios, indígenas de todo el territorio, estudiantes, trabajadorxs, niñxs, jóvenes, adultxs, todxs juntxs lo haremos posible.
¡Venceremos y será hermoso!
¡Chile despertó! ¡Marichiweu!
*Emilia Riquelme. Profesora y Magíster en Historia USACH. Becaria doctoral del CONICET y doctoranda Historia UBA. Participante del Cabildo de Chilenes en Buenos Aires.
*María Jesús Vega Vera. Socióloga UBA. Participante del Cabildo de Chilenes en Buenos Aires.
Referencias bibliográficas:
Araujo, K. (2019) Desmesura, desencantos, irritaciones y desapegos. En Hilos tensados. Para leer el octubre chileno. Editorial Usach, Chile. pp 15-36.
Cáceres, I. y Fanta, J. (2014) Trayectoria migratoria, motivaciones y vínculos de asociatividad de la migración reciente de chilenos en Buenos Aires y La Plata. En VIII Jornadas de Sociología de la UNLP. Argentina.
Matossian, B. (2012) Chilenos en la Argentina: dinámicas y tensiones de una migración regional. En Revista Voces en el Fénix núm. 12-2012; Argentina, pp 102-107.
Vargas Muñoz, R. (2020) ¿Ruptura del “consenso neoliberal”? Notas sobre la revuelta de octubre. En Memoria. Revista de crítica militante. México.
Imagen: Luis Bahamondes @luis_bahamondes
Instagram: https://www.instagram.com/luis_bahamondes/
[i] SERVEL. “Plebiscito nacional 2020 fue la mayor votación de la historia de Chile”, 26 de octubre de 2020. Disponible en: https://www.servel.cl/plebiscito-nacional-2020-fue-la-mayor-votacion-de-la-historia-de-chile/
[ii] Según datos actualizados del SERVEL, en esta elección, lxs chilenxs migrantes aumentaron en más de 8.000 votos su participación en el extranjero, y dentro de este aumento, Buenos Aires aportó con 1300 sobre los 2000 votantes habilitados, a pesar de las complicaciones a partir de la pandemia, como dificultades para realizar el cambio de domicilio electoral o de traslado hasta los puntos de votación. Ver más sobre resultados de la votación en Chile y el extranjero: https://www.servel.cl/boletines-plebiscito-nacional-2020/
[iii] El cuestionamiento a la Constitución ha sido un proceso construido desde la calle durante varios años. Tanto los movimientos sociales estudiantiles como las movilizaciones que hace años se desarrollaban para terminar con el sistema de pensiones chileno (AFP) han sido un ejemplo de ello.
[iv] Al ser escaños reservados, se adicionan al total de escaños a elegir. Ver más en: https://radio.uchile.cl/2020/10/30/comision-aprueba-incluir-23-escanos-reservados-para-pueblos-originarios-en-la-convencion-constitucional/
[v] Proyecto de reforma constitucional que habilita la participación de los chilenos y chilenas en el extranjero en la elección de representantes al órgano constituyente y crea tres distritos para chilenos y chilenas en el extranjero para dicha elección. Ver más en: https://www.camara.cl/verDoc.aspx?prmID=14137&prmTIPO=INICIATIVA