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Las mujeres que hacen historia en la línea de producción de Acindar

Por Florencia Bark*

Tres mujeres están haciendo historia en las filas del movimiento obrero metalúrgico de Santa Fe. Pioneras en la línea de producción de Acindar, Jimena, Cecilia y Eliana; entraron a trabajar hace diez mases a una de las principales siderúrgicas del país, fundada en 1942.

Son las primeras tres operarias en los 77 años de trayectoria de la empresa. Las únicas entre 1.700 trabajadores agrupados en la Unión de Obreros Metalúrgicos (UOM) entre la planta de Villa Constitución y aledañas. En áreas profesionales como ingeniería, seguridad e higiene, administración o limpieza, ya había mujeres, pero como operarias, nunca en la historia de Acindar.

El hecho se enmarca en una realidad nacional. Según estadísticas del Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial del Ministerio de Trabajo de la Nación (2017), solo un 12% de las mujeres que tienen un empleo privado y registrado trabajan en la rama industrial, mientras que en los varones esta cifra sube a más del doble, con un 30%.

Pero los números fríos no muestran que las mujeres venimos avanzando en la conquista de derechos, ocupando espacios en la agenda social y política e incorporándonos a la producción; en el marco de una sociedad que todavía relega nuestras funciones al hogar, a los cuidados y servicios domésticos. Cada 8 de marzo (hace tres años) lo repetimos a escala mundial: “sin nosotras no se produce”.

Así se expresa en el testimonio de Cecilia, Eliana y Jimena. Ellas están en la planta de Villa Constitución de Acindar y hoy son pieza fundamental en la elaboración del alambre que se usa para construcción, industria y el agro. Sus puestos están en el sector de trefilación, la etapa final de la cadena de confección de este insumo.

De izquieda a derecha: Eliana, Jimena y Cecilia. 

Robots, autoelevadores y todo tipo de tecnologías intervienen en el proceso, pero las que dan valor son sus manos, sus conocimientos y las ocho horas diarias invertidas; elementos que garantizan la salida del producto final. Ellas hacen andar esos engranajes día y noche, en plena pandemia por coronavirus.

Cecilia tiene 24 años y nació en Entre Ríos. Es técnica en Electromecánica y Refrigeración y siempre trabajó en mantenimiento eléctrico. Estudia Ingeniería Mecánica en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). Eliana es rosarina. Apenas terminó el secundario empezó a “tirar curriculums” en todas las fábricas, porque su vida pasaba por entrar a la línea de producción y manejar máquinas. A los 30 lo logró. Jimena nació en Pavón pero hace tres años vive en Villa Constitución. Tiene 35 y es Técnica en Seguridad e Higiene. Hace once años trabaja para contratistas dentro de Acindar.

Se decía que en Brasil había mujeres operarias y que pronto la gerencia implementaría lo mismo en Argentina, pero era ver para creer. El día que entraron a la fábrica fue un punto de inflexión y es como si todavía se percibiera el rumoreo de las horas previas.

“Fue impactante. De un día para el otro, aparecimos y empezamos a trabajar. Éramos tres mujeres vestidas de operarias. Nos recibieron re bien, aunque siempre hay gente que no le gusta”, contó Jimena. “Como en todo cambio de paradigma; cuando entramos fue impactante para todos. Hubo todo tipo de percepciones, pero siempre pudimos hablar. Nuestros compañeros son muy abiertos, nos sentimos súper apoyadas”, recalcó Cecilia.

Con un esquema de turnos rotativos día y noche, junto a sus compañeros elaboran parte de las 1.750 millones de toneladas de acero que produce anualmente la empresa; la cual está hoy en manos de ArcelorMittal; la mayor siderúrgica a nivel internacional, de capitales franceses.

Además de ser mujeres, y llevar con orgullo la bandera de haber hecho historia en una “empresa de hombres” como dicen ellas, tienen varias cosas en común. Como tantas otras jóvenes, luchan todos los días contra los mandatos socialmente asignados a la mujer, son garantes de su propia economía y las tres soñaban con trabajar en una fábrica.

“Ya derribamos la primera pared. Nosotras estamos en el alambre, pero imaginate que el día de mañana haya mujeres en acería. Años atrás, la única mujer era la secretaria del jefe y de a poquito se fueron incorporando en tareas técnicas, también en medio ambiente. Ahora fue el gran paso con las operarias”, analizó Jimena. “Hoy estamos en un cambio social re grande en Argentina y muy bueno. Hace años esto no pasaba, pero o lo hacés (como empresa) o te llevan puesto”, opinó Cecilia. “Hemos derribado muchos prejuicios”, aseguró.

Las ideas y concepciones machistas están arraigadas en la sociedad. En contrapartida, cada vez hay más mujeres albañiles, plomeras, gasistas, mecánicas, oficios históricamente asociados al varón, argumentaron. 

“Muchas veces es la misma mujer la que no se imagina en ese trabajo. Se ve en la textil, en la Liliana u otras. La siderurgia está muy vista para el hombre y muchas mujeres también tienen ese prejuicio”, expresó la entrerriana. “Yo creo que no hay nada que no podamos hacer”, agregó su compañera Eliana.

Ninguna es madre, pero desde ya, saben que si algún día tienen un hijo, la crianza será fundamental para seguir construyendo las bases de una sociedad nueva, que avanza en la perspectiva de género y se abre paso a cambios radicales en el rol social y productivo que cumplimos las mujeres. “El mayor desafío que tenemos las mujeres es darnos cuenta que somos iguales. El trabajo no tiene género”, opinó Cecilia. “El país se está abriendo a los cambios. El problema es si les seguimos inculcando a las niñas que tienen que estar en la casa”, recalcó la joven.

Todas se acordaron de su infancia y cómo la crianza las marcó de por vida. “Tuve que hacerme las cosas yo, porque mi papá estaba enfermo. Gracias a eso aprendí muchísimo, cosas como albañilería, pintura. Depende de la situación que se te da en la vida, es como te formás”, relató Eliana. “A mí me enseñaron a ser independiente, a hacer trabajos de albañilería; pero también tengo amigos varones que no saben cambiar un foco”, dijo entre risas Cecilia.  La otra versión es la de Jimena. “Yo no sabía lo que era una llave 14 (…) Así como cambia la sociedad, van a ir cambiando las crianzas. Va avanzando. El día de mañana si somos mamás, vamos a ser distintas”, contó.

Con el carisma que la caracteriza, Jimena se animó a desafiar al empresariado argentino: “Que los empresarios no tengan miedo, que le den una oportunidad a las mujeres”, agregó desde sus años de experiencia.

Después de conocer la historia de estas tres trabajadoras, se supo que a los pocos días entraron algunas más como operarias a la planta de San Nicolás de Acindar. Entonces, ¿por qué no festejar la incorporación más mujeres a las filas del movimiento obrero argentino?.

Los varones tienen el doble de participación en la industria: 7 de cada 10 mujeres que se desempeña en el empleo privado registrado en Argentina se concentra en el área de servicios, mientras que un 21% lo hace en el comercio y solo un 12% en la industria, según datos del Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial del Ministerio de Trabajo de la Nación, de 2017. En el caso de los varones la distribución por rama de actividad es muy distinta, porque 5 de cada 10 hombres se desempeñan en el sector servicios, un 30% trabaja en la industria (más del doble que las mujeres) y el 22% en comercio. Ellos tienen una presencia mucho mayor en las tareas extractivas y de construcción (96,8%), las actividades agrícolas (90,9%), las de auxiliares de producción (85,3%) y las industriales (77,5%), según un informe de la Dirección General de Estudios Macroeconómicos y Estadísticas Laborales del mismo ministerio.

Sin dudas venimos haciendo historia. El 3 de junio de 2015 se sintió fuerte el primer NiUnaMenos cuando tomamos las calles para denunciar la violencia y los femicidios. Dos años después fuimos por más e hicimos el primer 8M paro internacional de mujeres, unidas en más de 70 países.

El movimiento de mujeres viene protagonizando profundos cambios a nivel de masas en los últimos años y así, avanzando en reivindicaciones históricas. Nuevas generaciones se irán incorporando a las líneas de producción en las fábricas y ya nada será igual. Estamos en camino a conquistar la mitad del cielo, esa que nos pertenece. Cada paso que damos, es irreversible.

*Florencia Bark es periodista y Lic. en Comunicación Social (Universidad Nacional del Comahue). De Río Negro, Patagonia Argentina. Trabaja en Diario Río Negro y La Comuna e integra la Campaña Nacional por la Emergencia en Violencia contra las Mujeres.

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