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Inteligencia artificial y política ¿El futuro llegó?

Por Germán Mangione

El avance de la inteligencia artificial parece revolucionar la vida cotidiana de las personas e impacta en la política. A primera vista, ofrece un mundo de posibilidades. Pero la pregunta es si podemos dejar las decisiones realmente importantes en manos de una tecnología organizada y controlada por los intereses de las potencias y las clases dominantes.


Rodrigo de Loredo, diputado cordobés de Juntos por el Cambio, dio una argumentación durante el debate donde se trató el proyecto para desplazar a los jueces de la Corte Suprema de Justicia utilizando un texto generado por ChatGPT3, una tecnología de inteligencia artificial (desde ahora IA).

El diputado aclaró que no había sido redactado por él ni por ninguna persona de su equipo. Y que era la respuesta del popular programa a la pregunta: “¿Por qué los populismos en el mundo tienden a controlar los poderes judiciales de sus Estados?”.

En ese episodio, que no trascendió más allá de los límites de quienes siguen de cerca la política parlamentaria, el debate mundial del uso de tecnologías de IA en la vida pública hacía su aparición en Argentina.

Desde su lanzamiento, en noviembre del año pasado, de Chatgpt3 (una tecnología de IA de lenguaje que imita el lenguaje humano) se esparció como un virus un intenso debate sobre su uso en todos los ámbitos donde el insumo principal es el lenguaje humano, como el ámbito académico. Y la política, por supuesto, no fue una excepción.

Todas las miradas están puestas sobre sus posibles usos y consecuencias en nuestras sociedades, y más específicamente en los ámbitos públicos.

Como suele suceder con las nuevas tecnologías las reacciones van desde el asombro y la obnubilación, que le atribuye capacidades casi mágicas, hasta el rechazo cerrado a su uso de los que ven en estos nuevos desarrollos casi el comienzo de la independencia de las máquinas de la voluntad humana, casi la llegada de Skynet.

Ambas miradas parten de cierto desconocimiento de las bases del desarrollo de estas tecnologías del lenguaje, lo que obtura conocer las reales perspectivas de aplicación. Por otro lado, aunque a primera vista parezcan análisis antagónicos tienen cierto punto de encuentro en la sobredimensión tanto de sus posibles usos como de sus consecuencias sociales.

Pero para empezar a hablar de IA y política, quizás es conveniente definir primero ambos campos, que suelen tener una amplia interpretación.

¿Qué es la inteligencia artificial?

En su libro ¿Cómo piensan las maquinas?, Fredi Vivas lo explica a través de lo que es posible hacer con él: “un sistema de IA es capaz de analizar grandes cantidades de datos, identificar determinados patrones y tendencias y, sobre esa base, formular predicciones automáticamente a una velocidad imposible para los humanos”, afirma.

Si bien parece una definición muy técnica y específica es interesante porque es la base de todos los “tipos” de inteligencia artificial, que no son otra cosa que distintas aplicaciones de este mismo principio. Y están presentes entre nosotros desde hace mucho tiempo.

“Cuando conversamos con Siri, el asistente virtual de los dispositivos iPhone, estamos frente a un sistema que procesa lenguaje natural y toma decisiones basadas en información recopilada de diversas fuentes. Cuando usamos Waze para ir de una punta a la otra de la ciudad, el sistema elegirá la mejor ruta realizando cálculos con datos de tránsito que permitan optimizar la navegación en tiempo real. Por su parte, Amazon o MercadoLibre ofrecen recomendaciones de productos que se basan en canastas de compras que se realizaron en el pasado, y Google Fotos agrupará nuestros retratos en función de técnicas de reconocimiento facial y de imagen”, explica Vivas en su libro en el que recorre de punta a punta el fenómeno.

Todas estas son diversas formas de aplicar la inteligencia artificial, pero, principalmente, elementos que hasta ahora pensábamos que solo podían hacer los humanos: procesamiento de lenguaje natural, reconocimiento de imágenes y toma de decisiones basadas en datos

De todas estas el procesamiento de lenguaje natural, la base de ChatGPT3,  es el que está concitando mayor atención por el impacto que provoca la idea de “charlar” con una máquina que “genera” las respuestas, y algunos creen que puede servir para generar contenidos completamente nuevos (debate del que nos ocuparemos después).

Escribe una breve historia de ChatGPT

La historia de ChatGPT comienza con la iniciativa de OpenAI, una organización de investigación de inteligencia artificial con el objetivo de desarrollar inteligencias artificiales seguras y beneficiosas para la humanidad.

En 2018, OpenAI lanzó su modelo de lenguaje natural GPT-1, que es capaz de generar texto coherente y relevante. Luego, en 2019, lanzaron una versión mejorada llamada GPT-2, que era aún más avanzada en su capacidad para producir texto de alta calidad.

Después de desarrollar GPT-2, OpenAI decidió crear una versión de chatbot de su modelo para que la gente pudiera interactuar con él. Es aquí donde nace ChatGPT.

ChatGPT es un modelo de lenguaje natural que puede responder preguntas, realizar tareas y mantener conversaciones en una amplia variedad de temas. Fue entrenado con una gran cantidad de datos de texto para aprender a producir respuestas relevantes y útiles.

Desde entonces, ChatGPT ha sido utilizado por muchas empresas y organizaciones para mejorar la atención al cliente, brindar información y soporte, y realizar investigaciones en el campo de la inteligencia artificial y el procesamiento del lenguaje natural.

¿Para qué sirve (o para que puede servir)  la IA?

Quizás el centro del debate este en la respuesta a esta pregunta. Vivas explica en su libro que “la Inteligencia Artificial (IA) y el Machine Learning (ML) se están posicionando cada vez más como un medio para que las instituciones y las empresas, sin importar el tipo de actividad al que pertenecen, reduzcan costos, mejoren la calidad de sus servicios, la coordinación, productividad y la eficiencia de sus prácticas. Pero, al mismo tiempo y a medida que este tipo de tecnología se hace cada vez más conocida, más se escucha la pregunta: ¿para qué sirve esto? Aunque no lo creas, para los que trabajamos cotidianamente con inteligencia artificial, ésta es una pregunta difícil de responder. En algún momento de nuestras vidas vimos el potencial de la inteligencia artificial y ya quedamos convencidos de que “es por ahí”, por lo que rara vez nos hacemos una pregunta de este estilo”

Hoy todas las miradas están puestas en pensar como mediante el uso de IA puede automatizarse una cantidad de procesos que hasta ahora necesitaban de las capacidades y el trabajo humano para su concreción.

En el caso del ChatGPT3, y toda esta nueva ola de IA aplicada al lenguaje y al conocimiento, se piensa la posibilidad (hasta ahora impensada) de procesos automáticos que, alimentados con grandes cantidades de datos provenientes de toda una nueva gama de sensores y registros de la realidad, puedan analizar y “tomar decisiones”, ahorrando costos y tiempos. Todo esto con cada vez menos intervención humana, o por lo menos en apariencia.

Como toda tecnología no deja de tener su sello de época, o mejor dicho su sello de clase. La clase que organiza la producción, y por tanto el desarrollo técnico, cultural e ideológico, es la que le da orientación y sentido a cualquier avance técnico. Es por eso que su aplicación hoy esta preferentemente orientada a la reducción de costos, sea en la producción o brindando servicios.

Sin embargo, el uso de ChatGPT  también plantea algunas preocupaciones, como la precisión y confiabilidad de los datos analizados, la privacidad y la seguridad de la información, y la falta de transparencia en los procesos automatizados.

Al respecto Ted Chiang, un escritor estadounidense  (de origen chino) especialista en ficción especulativa,  cuestiona en su artículo titulado “ChatGPT es un JPEG borroso de la web” publicado en Newyorker.com la visión mágica que hay sobre el tema y analiza su esencia.

“Los modelos de lenguaje grandes identifican regularidades estadísticas en el texto. Cualquier análisis del texto de la Web revelará que frases como “la oferta es baja” a menudo aparecen muy cerca de frases como “los precios suben”. Un chatbot que incorpora esta correlación podría, cuando se le hace una pregunta sobre el efecto de la escasez de suministro, responder con una respuesta sobre el aumento de los precios. Si un modelo de lenguaje grande ha compilado un gran número de correlaciones entre términos económicos, tantas que puede ofrecer respuestas plausibles a una amplia variedad de preguntas, ¿deberíamos decir que realmente entiende la teoría económica?”, se pregunta Chiang.

Y advierte que “el hecho de que ChatGPT reformule el material de la Web en lugar de citarlo palabra por palabra hace que parezca una estudiante expresando ideas con sus propias palabras, en lugar de simplemente regurgitar lo que ha leído; crea la ilusión de que ChatGPT entiende el material” y en perspectiva afirma que “el aumento de este tipo de reenvasado es lo que hace que sea más difícil para nosotros encontrar lo que estamos buscando en línea en este momento; cuanto más se publica en la Web el texto generado por grandes modelos de lenguaje, más se convierte la Web en una versión más borrosa de sí misma”.

Quizás en el caso de su uso para la política como la tenemos conocida hoy, en donde todo es un refrito de corrección política, las frases hechas, pero vacías, esta nueva tecnología pueda parecer mucho mejor de lo que realmente es. Quizás tengan éxito por las mismas misteriosas razones por las que algunos discursos políticos vacíos y sin contenido consiguen éxitos electorales. Esto no implica que pueda servir a la política en el sentido más profundo del término.

¿Por qué ahora?

Como sucede con cualquier avance técnico, este salto tecnológico se da en el momento que maduraron las condiciones necesarias para que sea posible. Y hoy el grado de desarrollo adquirido permite preguntarse por su posible uso en la política y en la vida pública además de la producción industrial o los servicios.

Así como la expansión del monocultivo sojero en nuestro país tuvo su boom a partir de la invención de los organismos genéticamente modificados resistentes a los agrotóxicos como el Glifosato, y al desarrollo de la siembra directa, en el caso de la IA, la posibilidad de generar un volumen de datos impensados hace solo unos años y la capacidad de procesarlos es lo que permite su desarrollo al alcance de cualquiera.

Aunque parezcan ejemplos distantes y traídos de los pelos, ambos tienen en común que fueron presentados en su inicio como la solución a muchos de nuestros grandes problemas estructurales, uno en el crecimiento económico y la generación de alimento suficiente, el otro en la generación automática de contenidos y la resolución de problemas del campo del conocimiento casi sin la intervención humana.

¿Y en la política?

Ahora que pudimos definir aunque sea algunas bases de cómo funciona y que dudas genera el uso de IA, quizás ya estamos en condiciones de avanzar en pensar que posibilidades de uso tiene esta tecnología en la política y la vida pública.

Está mucho más claro como estas tecnologías pueden utilizarse en el mundo de la producción que lo que puede implicar su uso en la vida pública. Y acá volvemos a la formulación dicotómica del comienzo en torno a obnubilarse u horrorizarse.

Pero avancemos en sus posibilidades concretas antes de meternos de lleno en el necesario análisis crítico de su posible uso.

Detalla algunas aplicaciones posibles de inteligencia artificial en la política

La inteligencia artificial (IA) puede tener una amplia gama de aplicaciones en la política. Algunas de ellas incluyen:

Análisis de datos: la IA puede analizar grandes conjuntos de datos para ayudar a los políticos a tomar decisiones informadas. Por ejemplo, la IA puede ser utilizada para analizar patrones de votación, tendencias de opinión pública y resultados de encuestas para ayudar a los políticos a entender mejor las necesidades de sus electores.

Predicción electoral: la IA puede ser utilizada para predecir los resultados electorales en base a datos históricos y tendencias actuales. Estas predicciones pueden ayudar a los políticos a identificar sus fortalezas y debilidades en una elección y ajustar su estrategia en consecuencia.

Análisis de sentimiento: la IA puede analizar el lenguaje utilizado en las redes sociales y en otros canales de comunicación para entender mejor el sentimiento de la opinión pública sobre un tema. Esto puede ser útil para los políticos para comprender mejor los problemas que son importantes para sus electores.

Gestión de recursos: la IA puede ser utilizada para gestionar mejor los recursos públicos, como el presupuesto, la gestión de proyectos y la planificación de la infraestructura. Esto puede ayudar a los políticos a tomar decisiones más informadas y a garantizar que los recursos se utilicen de manera eficiente.

Generación de discursos: ChatGPT puede ser entrenado para generar discursos políticos automatizados que pueden ser utilizados por líderes políticos. Los líderes políticos pueden proporcionar a ChatGPT información sobre los temas que deben ser abordados en el discurso, y ChatGPT puede generar un discurso coherente y convincente en base a dicha información.

Clasificación de noticias: ChatGPT también puede ser utilizado para clasificar noticias y artículos en diferentes categorías, como política, deportes, negocios, etc. Esto puede ayudar a los políticos y otros interesados en la política a mantenerse informados sobre los acontecimientos actuales y a identificar las noticias relevantes para sus intereses.

Generación de respuestas automatizadas: ChatGPT puede ser utilizado para generar respuestas automatizadas para preguntas frecuentes de los ciudadanos o para respuestas a comentarios en línea sobre cuestiones políticas.

Identificación de tendencias y temas emergentes: Al analizar grandes cantidades de datos, como los comentarios en las redes sociales, ChatGPT puede identificar tendencias y temas emergentes que son relevantes para la política. Esto puede permitir a los políticos y sus equipos responder rápidamente a las cuestiones que preocupan a los ciudadanos.

Detección de noticias falsas y desinformación: ChatGPT puede ser utilizado para detectar noticias falsas y desinformación en línea. Al entrenar a ChatGPT para identificar patrones de discurso y contenido inexacto o engañoso, puede ser utilizado para detectar noticias falsas y prevenir su propagación en línea.

Personalización de la comunicación: ChatGPT puede ser utilizado para personalizar la comunicación de los políticos con sus seguidores y votantes. Al analizar los patrones de discurso y los intereses de los ciudadanos, ChatGPT puede ayudar a los políticos a adaptar su comunicación a diferentes audiencias y llegar de manera efectiva a sus seguidores.

Reducción del sesgo en la toma de decisiones: Al utilizar ChatGPT para analizar grandes cantidades de datos, se puede reducir el sesgo en la toma de decisiones políticas. Al basar las decisiones en datos objetivos y no en opiniones subjetivas, se puede mejorar la eficacia y la eficiencia de las políticas públicas.

No faltan datos, falta decisión política

Incluso muchos de estos usos, listados por la misma ChatGpt3 para este artículo, ya están siendo utilizados. Algunos de manera más burda como en el caso de De Loredo, y en otros con perspectivas más prometedoras como el caso de la iniciativa Data For Good – Casos de exito – ROCKINGDATA que dirige Vivas y aplica la ciencia de datos y la inteligencia artificial en cuestiones de impacto social, como la planificación de puntos operativos del ReNaBap para la entrega de Certificados de Vivienda Familiar teniendo en cuenta la cercanía de esos puntos con sus beneficiarios, o la organización y segmentación de los donantes de la ONG Pata Pila mejorando el vínculo con la ONG y mejorando las donaciones.

Incluso se están realizando experimentos sociales el que recoge el periódico The Local UK https://www.thelocal.dk/20220804/danish-ai-driven-political-party-eyes-parliament/ , en Dinamarca, donde se ha constituido el llamado Partido Sintético o por su nombre en danés, Det Syntetiske Parti, que tiene como principal particularidad que todo su programa ha nacido de una inteligencia artificial. Los creadores de este partido han registrado las propuestas que partidos de pequeño calado han tenido en el país, y que nunca han llegado a tener un alcance verdaderamente nacional, y reformulado con IA con la intención de captar el voto del 20% del electorado que no vota a ninguno de los partidos tradicionales.

Son innegable las posibilidades que se abren con estos nuevos desarrollos tecnológicos, sin embargo esta perspectiva del uso de estos avances, que la piensa como una nueva solución para los problemas de siempre, deja de lado u omite un tema clave. Su sesgo de clase.

En primer lugar una tecnología que utiliza de insumo el material ya producido y publicado en la web, va a tener como resultado un refrito de ese insumo, que hoy tiene como principal contenido lo que los dueños de la infraestructura tecnológica entienden que tienen que primar.

Como explicaba en los años 70 Camilo Taufic en su libro “Periodismo y lucha de clases”: “Es obvio que, desde el comienzo de la Historia, los medios de comunicación han expandido la esfera de los conocimientos y de la acción humana, y que actualmente vivimos una “explosión electrónica” dentro de ese proceso secular, pero no es este hecho por sí solo el que determina su repercusión en el seno de la sociedad. En tanto instrumentos, los medios de comunicación no jugarán otro rol que el que quieran asignarles sus dueños, y así podrán ser instrumentos de cultura o instrumentos de incultura; medios de dominio o medios de liberación; elementos para unir a un pueblo o para desorganizarlo; para enaltecerlo o para hundirlo. Es la propiedad sobre el medio de comunicación la que determina al servicio de quiénes éste se coloca, a favor de qué causa, de qué valores, de qué clase social. Y los grandes medios ultramodernos llegarán a estar al servicio del progreso, de la cultura, del pueblo, únicamente cuando todo el pueblo sea el dueño de ellos; cuando la propiedad sobre los medios sea una propiedad social”

En otras palabras la cuestión planteada es la de si podemos dejar en manos de una tecnología organizada y controlada por los intereses de las potencias y las clases dominantes las decisiones de la política pública. O mejor dicho. ¿Podemos esperar alguna respuesta favorable a los intereses populares?

Pero es el mismo Taufic el que advierte sobre el peligro de la concepción derrotista y “anti-tecnológica” que implicaría abandonar la posibilidad de que las clases explotadas intenten utilizar las nuevas tecnologías en su favor.

“Las clases explotadas – explica Taufic – siempre encontrarán formas de comunicación apropiadas a sus fines (la agitación callejera, por ejemplo, y sus propios diarios en ocasiones), lo que les permite organizarse, luchar e ir conquistando el poder político. Cuando lo obtienen, finalmente, logran acceso a los medios más desarrollados al alcance de su país. No puede subestimarse, pues, ninguna forma de comunicación, a priori, ya que unas están ligadas con otras y es imposible para la burguesía tener un control único sobre todas, e, incluso, sobre todos los factores que concurren a la elaboración de un mismo medio masivo, como los propios técnicos, por ejemplo (periodistas, radiocontroladores), en determinadas circunstancias”

Lo que queremos poder poner en duda es la tesis tecnocrática que ve en el desarrollo de estas tecnologías una democratización tecnológica y de sus beneficios. Sobre la idea de que hoy muchos de los procesos que podrían automatizarse no funcionan por falta de estos avances.

En algún reportaje a especialistas del tema escuché que daban perspectivas formidables sobre las aplicaciones de la IA por ejemplo en el sistema público de salud, con la automatización de las primeras atenciones con chatbots alimentados con Machine Learning, que tuviera en cuenta miles de casos y pudieses derivar más efectiva y rápidamente a los pacientes que llegan a una guardia o consultan via wathsapp por ejemplo.

Por supuesto que sus usos en manos de las mayorías y en defensa de sus intereses podrían mejorar la vida de millones de personas, sin embargo es lícito preguntarse si hoy eso no es posible por falta de esa tecnología o tiene que ver con el lugar que tienen la salud pública y los sueldos de los trabajadores de la salud en el presupuesto oficial.

Más arriba hacíamos la comparación (un poco forzada) entre la soja y el ChtGp3. Del monocultivo ya tenemos pruebas de que esas soluciones mágicas que se prometían en su inicio, trajeron una gran cantidad de consecuencias perjudiciales que superan en muchos casos los beneficios, por lo menos para las grandes mayorías. En el caso de la inteligencia artificial y el chatgp3 estamos por verlo. Lo que está claro es que en ambos casos el nudo de esa perspectiva no está en la tecnología misma sino en su uso. Porque nunca es un problema de técnica, sino de decisiones de la política e intereses de clase.

* LO QUE APARECE EN FONDO GRIS FUE ESCRITO POR LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

* Ilustración creada con la orden: “Crea una ilustración para una revista sobre la inteligencia artificial y la política” (midJournary)

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