*Por Matías Rodríguez Gianneo y Belén Spinetta
El viernes 18 de septiembre se presentó en la “Escuela Amarilla” de La Matanza, el Proyecto de Ley de Tierra, Techo y Trabajo, impulsado por la Corriente Clasista y Combativa y presentado por Juan Carlos Alderete, dirigente de la CCC y diputado nacional por el Partido del Trabajo y del Pueblo en el Frente de Todos. En un acto muy amplio y mitad virtual, que recibió el acompañamiento de los movimientos sociales y el Frente de Todos, y que fue seguido por las redes en todo el país.
En semanas de un clima político cada vez más agitado, con el crecimiento de la pandemia en el interior del país, el cimbronazo de la protesta policial con tintes desestabilizadores, una oposición radicalizada y el crecimiento de la pobreza. El Frente de Todxs intenta retomar la iniciativa en contexto muy difícil. El proyecto de Tierra, Techo y Trabajo se enmarca en el impulso que genera el tratamiento en el Congreso de la Nación de la Ley de “impuesto a las grandes fortunas”.
El lanzamiento del proyecto contó con la presencia de referentxs del Partido Comunista Revolucionario, Movimiento Evita, Somos Barrios de Pie, de la UTEP, del MTE y del Frente Patria Grande. Intendentxs, legisladorxs y funcionarixs del Frente de Todos y la Pastoral Social. Juan Carlos Alderete, sostuvo que “los descartados de este sistema perverso no solo luchamos, no solo nos organizamos en el barrio, sino que también hacemos política y tenemos programa para transformar esta Argentina”.
De la calle al Congreso del Congreso a la calle. Dos escenarios una lucha
“Tierra, techo y trabajo” son palabras simples y profundas. Enormes procesos históricos están ligados a ellas. Expresan dos cosas: por un lado, la falta, la exclusión. Pero juntas expresan también una unidad. Quienes estaban excluidos se dieron cuenta que tenían a otros, otras, otres a su lado. El 7 de agosto de 2016 esa potencia plebeya, unida bajo estas palabras, llegaba desde Liniers, luego de caminar 13km a la Plaza de Mayo. Esto tenía su réplica en todo el país. Enmarcado en las tradiciones populares de nuestra historia, los movimientos sociales, siempre en movimiento, se han convertido en un fenómeno de la política.
Los movimientos sociales, pero en particular, quiénes participan de esta unidad llamada “los cayetanos”, la CTEP, CCC y Somos Barrios de Pie, fueron creciendo al calor de la lucha contra el macrismo y su brutal ajuste, para convertirse en actores clave la política nacional. No nacieron ese día. Su crecimiento y transformación es producto de décadas de acumulación de experiencias. La organización con más años de historia y con un enorme alcance federal, es la Corriente Clasista y Combativa, irrumpió en la política en los noventa en las luchas contra la desocupación, el hambre y la pobreza ocasionadas por la política menemista. Protagonistas de grandes puebladas en el interior del país y del emblemático corte de la ruta 3 en la Matanza en mayo de 2001, que le torció el brazo a la entonces Ministra de Trabajo Patricia Bullrich del gobierno de la Alianza. Estos hechos fueron antecedentes directos de la pueblada del 2001 que terminaría con el gobierno de De La Rua.
Los llamados “Cayetanos”, vienen de tradiciones políticas distintas, desde el peronismo al maoísmo, de los señalamientos del Papa Francisco contra la exclusión del capitalismo y la participación en los encuentros mundiales de movimientos sociales al feminismo popular. Se constituyeron en una nueva izquierda en la Argentina[1], mostrando en su andar esa extraña combinación de banderas argentinas y banderas rojas; Evita, Perón, San Cayetano, el Papa, Mao y el Che.
En su crecimiento y transformación pasaron de exigir planes sociales para garantizar la subsistencia mínima a presentarse como un espacio político que intenta unir en la construcción de poder popular. No puede entenderse la unidad que dio paso a la construcción del Frente de Todxs, sin el papel que jugaron y siguen jugando estos movimientos. De organizar ollas populares y cortes de ruta, a armar un sindicato propio, discutir políticas de Estado, sentarse en el Congreso, presentar proyectos de Ley y ser parte de las discusiones de los planes de gobierno. Esta unidad diversa parece difícil de fracturar, fractura que es objetivo de enemigos, y también de algunos aliados que los miran con recelo.
El proyecto[2]
El proyecto de ley elaborado desde la Corriente Clasista y Combativa, ingresó al Congreso Nacional, con la firma de 31 diputadas y diputados, el respaldo del Frente de Todos y de las organizaciones sociales. Ahora es una iniciativa apropiada por todos los movimientos populares que abrazaron la lucha y la unidad en los oscuros años del macrismo.
En su artículo número 1 propone “La construcción de Soluciones Habitacionales, viviendas nuevas e infraestructura social básica para la población en situación de déficit habitacional” y “políticas de acceso a la tierra priorizando la agricultura familiar, campesina y originaria que encuentra en la tierra su principal sustento y constituyen la base de las economías regionales”. Mientras crecen la toma de tierra por demandas habitacionales este proyecto se enmarca en las soluciones que quieren dar respuesta en clave habitacional y en contra de las posiciones represivas que empujan los desalojos. Propone concretar 375.000 soluciones habitacionales generado tres millones de puestos de trabajo entre empleos directos e indirectos.
El proyecto tiene el propósito de conectar a los sujetos sociales que vienen sosteniendo históricas demandas y se organizan comunitariamente alrededor de ellas. Reconocer a estos sujetos acorta los caminos y la da practicidad y solución rápida a las urgencias populares, “las 8.000 cooperativas que funcionan en todo el país, modelo de organización comunitaria que da trabajo a más de 200 mil personas, serán incorporadas al programa para la implementación de las obras. Las cooperativas y su empleo en la pequeña obra pública tendrán un rol muy importante para achicar la brecha del desempleo”. Están los sujetos, están las ideas, sólo queda instrumentar el presupuesto necesario para llevarlas adelante. El proyecto estima un fondo inicial de 420.000 millones de pesos destinados a la Etapa Anual Inicial del Plan.
Aunque el árbol parece estático crecen las raíces
Los movimientos sociales han aprendido a lo largo de los años que las leyes salen cuando se ejerce presión social en la calle, así lo demostró la Ley de Emergencia Social sancionada en diciembre de 2016. Pero el escenario de pandemia ha modificado las dinámicas de lucha y organización; y lo que parece una debilidad pasó a transformase en una fortaleza. Los movimientos aumentaron su enraizamiento en el territorio. La realidad de la pandemia y sus graves consecuencias sociales forzó a buscar lógicas de mayor de articulación comunitaria y territorial: en la participación de los comités de crisis, los comedores, organización comunitaria de la salud, las promotoras en violencia de género, actividades educativas, entre otras actividades.
Donde hay una necesidad hay un derecho
La necesidad de tierra para producir, vivir y trabajar es una de las grandes problemáticas de Argentina y América Latina. Implica poner en jaque el avance del latifundio y la extranjerización de la tierra. En nuestro país, el Censo Nacional Agropecuario 2018 reveló que el 1% de las explotaciones poseen el 36 por ciento de la tierra, mientras que el 55 % de los pequeños productores tiene solo el 2% de la tierra. A esto se le suma que entre el 2002 y el 2018 desaparecieron alrededor de 80.000 explotaciones agropecuarias, la mayoría de ellas pequeñas explotaciones menores a las 50 hectáreas.
Así como lo es la concentración de la tierra, el déficit habitacional también es un problema estructural. En 2010 esta problemática alcanzaba 2,5 millones de hogares en nuestro país (según el último censo). La tendencia, diez años después, es ascendente. Según se argumenta en el proyecto “el déficit se puede clasificar en dos facetas: el 78% representa viviendas recuperables u hogares con hacinamiento por cuarto –déficit cualitativo–, mientras que el 22% restante constituye el déficit cuantitativo. Más del 90% de la población total reside en zonas urbanas de más de dos mil habitantes y casi el 50% de los argentinos viven en ciudades con más de 500 mil residentes”
La agenda de lo urgente, la necesidad de construir soluciones, se entrelaza con el apremio que significa también cimentar ilusiones. Esteban “Gringo” Castro, Secretario General de la UTEP, sostuvo en el acto “me parece central que se presente este proyecto porque si construimos esa unidad, si aportamos a la unidad política electoral cómo no vamos a poder aportar a una unidad para que cada uno y una tenga la posibilidad de tierra, techo y trabajo en la Argentina”. Y agregaba Juan Carlos Alderete que “esa esperanza que anida en esta parte de nuestro pueblo tiene anhelos concretos y reales, que como resumió el papa Francisco en aquel encuentro de Bolivia, es de Tierra, Techo y Trabajo. Y por ese sueño de nuestro pueblo nosotros estamos dispuestos a pelear hasta las últimas consecuencias”.
* Matías Rodríguez Gianneo es profesor de Historia (Universidad Nacional de Mar del Plata), docente de escuela secundaria y adultos, investiga la historia del movimiento obrero argentino. Co editor de Revista Lanzallamas.
*Belén Spinetta es Comunicadora Social (Universidad Nacional del Comahue) y periodista. Patagónica -nacida y criada- actualmente viviendo en Buenos Aires. Integra la Red Par (Periodistas de Argentina en Red por una Comunicación No sexista). Co editora de Revista Lanzallamas.
[1] Así lo definió el entonces Secretario General del PCR, Otto Vargas, en una entrevista realizada a La Nación TV en febrero de 2017.
[2] Para ver el proyecto de Ley: https://drive.google.com/file/d/1DUYhknwhKBEGAe1KwVoTdVQEGLA0AvCj/view