Por Rodolfo Kempf y Matías Rodríguez Gianneo
El ataque del gobierno nacional al sistema científico técnico es feroz, no solo desde el punto de vista presupuestario y los despidos, sino también desde el punto de vista cultural. La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) presenta un panorama sombrío frente a las decisiones del nuevo gobierno libertario.
Una de las banderas de orgullo nacional, el área de desarrollo nuclear pende de un hilo ante la motosierra oficial. La situación presupuestaria crítica pone al borde de la parálisis la construcción de dos proyectos emblemáticos del sector: el CAREM y el RA10.
Según un comunicado firmado por las y los gerentes de área de la CNEA: “son muchos los compromisos asumidos con muchos proveedores a los cuales no se les han podido efectivizar los pagos correspondientes de varios meses. Es así que, ante la falta de flujo y continuidad en los pagos, muchos proveedores se han visto en la obligación de comenzar a no prestar servicios”[1]. Es así que el impacto en las obras de los dos proyectos estratégicos comienza a afectar a las empresas subcontratistas, y también a los servicios de Medicina Nuclear y Radioterapia dificultando la realización de estudios de diagnóstico y tratamiento.
EL AREA NUCLEAR, ORGULLO NACIONAL
El 31 de mayo de 1950 se firmó el decreto que dio origen a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) con la misión de desarrollar y controlar el uso de la energía nuclear con fines pacíficos en el país. Durante más de siete décadas se transformó en un organismo público de referencia del desarrollo nuclear en nuestro país, se crearon laboratorios y se iniciaron actividades como la radioquímica, la metalurgia nuclear y la minería del uranio. Posteriormente se consolidaron las actividades para la construcción y operación de reactores de investigación y sus combustibles; la producción de radioisótopos y el empleo de las radiaciones ionizantes para diagnóstico y tratamiento médico; y se logró el acceso a la nucleoelectricidad, que implicó la construcción y operación de centrales de potencia y el dominio del ciclo de combustible nuclear[2].
Argentina cuenta con tres centrales nucleares Atucha I, Atucha II y Embalse. Y está en curso la construcción de dos más: Central Argentina de Elementos Modulares (CAREM) y el Reactor Argentino Multipropósito RA-10. El CAREM es el primer reactor nuclear de potencia íntegramente diseñado y construido en la Argentina, un hito por su capacidad para el desarrollo, perfilándose a su vez como uno de los líderes mundiales en el segmento de reactores pequeños (SMR). El Reactor Nuclear Argentino Multipropósito (RA-10)[3], es una instalación que tendrá un impacto estratégico en las áreas de salud, ciencia, tecnología e industria. Localizado en el Centro Atómico Ezeiza (Provincia de Buenos Aires) la CNEA e INVAP trabajan en forma conjunta en la construcción, montaje y puesta en marcha que asegurará el autoabastecimiento de radioisótopos de uso médico, contando con capacidad para atender buena parte de la demanda de América Latina, tenemos soberanía y autosuficiencia en esta área. Consolidará las capacidades para desarrollos tecnológicos de punta en la industria nuclear y convencional, como la industria de materiales, es decir, abriría un nuevo horizonte de investigaciones en ciencias básicas y aplicaciones basadas en el uso de técnicas neutrónicas avanzadas.
LA LIBERTAD DE AHOGARSE SIN PRESUPUESTO
Similar a la situación de las Universidades Nacionales, la CNEA se suma a la licuadora del Gobierno, quien prorrogó el presupuesto de 2023 para 2024, sin tener en cuenta la inflación desatada en el último año, y en particular, desde diciembre con la mega devaluación y liberación de precios de Caputo-Milei, es decir, tendrían resto para funcionar hasta mayo o junio. A esto se suma que no se han realizado a la CNEA las transferencias de fondos para poder realizar los pagos efectivos a los proveedores. Del presupuesto 2024, a fines de marzo se depositó la primera cuota efectiva que corresponde al 11% del crédito otorgado para ese primer trimestre, cuestión que se vuelve de gravedad, en primer lugar, por la suspensión de tres proyectos estratégicos: CAREM, RA10 y Medicina Nuclear, y, en segundo lugar, por la situación de los propios trabajadores de esas áreas, que, por ejemplo, en el Centro Atómico de Ezeiza, donde está el reactor de producción de radioisótopos y áreas relevantes de la producción y gestión de residuos radiactivos de la CNEA, no pueden llegar a las obras en cuestión porque el ahogo presupuestario hace que no se tengan los micros de traslado. Está situación pone en vilo miles de trabajadores que peligra o pierden su puesto laboral. Esto mismo ocurre con el cese de los servicios médicos de cada centro atómico, en donde hay instalaciones nucleares relevantes, que frente a determinada emergencia radiológica que se requiera o para los exámenes médicos periódicos que llevan adelante los trabajadores del área nuclear para mantener su licencia de operación en las instalaciones. Esto es solo una muestra de una realidad que se extiende a la nula ejecución presupuestaria en obra pública, ahogo a las provincias, frenó de la economía estatal y reducción salarial. Las anclas para frenar la inflación no fueron a la casta sino al desarrollo nacional, el empleo y el salario popular, el plan licuadora y motosierra, llega a áreas estratégicas, pujantes y competitivas como la nuclear.
UN TEMA ENORME, LOS PEQUEÑOS REACTORES
Durante la Cumbre Mundial sobre Acción Climática de la 28ª Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28), de Dubai en diciembre de 2023, Estados Unidos y más de 20 países de cuatro continentes lanzaron la Declaración para triplicar la energía nuclear para 2050. Buscaba reconocer “el papel clave de la energía nuclear en el logro de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero a nivel mundial y la neutralidad de carbono para mediados de siglo o alrededor de esa fecha y para mantener al alcance un límite de 1,5 grados centígrados en el aumento de la temperatura”.
Dentro de este nuevo impulso a la industria de la nucleoelectricidad se encuentran los pequeños reactores modulares SMR (Small Modular Reactor). En este plano el CAREM compite con los proyectos norteamericanos que no logran consolidarse. Solo para enumerar la situación con el NuScale que había prometido en 2008 que comenzaría a generar energía en 2015, en 2024 no han comenzado la construcción de un solo reactor. Ni siquiera tienen una licencia de certificación para el modelo que han estado promoviendo en el conglomerado municipal de Utah. Esto se debe a que han aumentado (la capacidad de cada módulo) de 40 MW a 77 MW. Por otro lado, el Natrium, proyecto de los magnates Bill Gates y Warren Buffett con el Departamento de Energía de EEUU, tiene señalamientos de salvaguardia, ya que es en gran medida una imitación del reactor reproductor rápido, que fuera diseñado para producir plutonio, cuestión que trae inhibiciones o problemas para conseguir licencias de construcción. Es decir, que el CAREM, calificado como el más avanzado a nivel global en su tipo, aunque también cuestionado justamente por la relación escala/rentabilidad, se ve directamente perjudicado porque su financiamiento se da a través de un fideicomiso, y debido a un decreto del gobierno sobre los fideicomisos, no se ejecutan ni siquiera los escasos fondos asignados. Con lo cual se ha paralizado la obra civil, a cargo de la operadora Nucleoeléctrica Argentina S.A, donde los obreros de la construcción que estaban a cargo bajo su reclamo y la intervención del Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires en Conciliación obligatoria lograron que se retrotrajeran los despidos y es una lucha que está en curso. A diferencia del CAREM, el RA10 la obra civil está finalizada y estaba en curso el montaje de cableado, cañerías e instrumental, esta etapa es el que se ha paralizado, si la obra siguiese su curso normal, el RA10 podría estar funcionando este año, pero el ahogo presupuestario pone en cuestión este objetivo estratégico.
ALINEADOS AL NORTE
Esta situación se agrava por la decisión del gobierno de Javier Milei de alinearse tajantemente a la OTAN y Estados Unidos, cuestión que se anticipan en sus viajes a Israel, las declaraciones de Diana Mondino subordinándose a Cameron en la Cumbre Davos, la visita de Milei a Trump y, un salto de sumisión y declinación vergonzosa con el viaje del presidente a Ushuaia para reunirse con la jefa del Comando Sur, Laura Richardson, para establecer una base militar conjunta, violando la soberanía nacional y dejando las puertas abiertas a la OTAN para controlar el Atlántico Sur. Con la salida de las BRICS, a tono con el nuevo alineamiento, se pone en pausa el contrato con la República Popular China por la construcción de la cuarta central nuclear, Atucha III que es resistido por Washington, como desarrollamos en el anterior artículo[4], y al mismo tiempo, desplazar del mercado mundial al reactor nuclear de baja potencia, CAREM, competidor directo de las inversiones yanquis.
En este punto merece destacar que este proyecto ya había sido dejado de lado por el gobierno de Alberto Fernández, bajo la incidencia de Gustavo Beliz como Secretario de Asuntos Estratégicos. Quien cedió ante la presión norteamericana para que no avance en la adquisición de la central nuclear de potencia con colaboración China. Los trabajadores del área, desde una concepción soberana, habían tomado cartas para evitar el cierre de la Planta Industrial de Agua Pesada en Arroyito (Neuquén) y para lograr que se mantenga el acuerdo por una Central Hualong con China, pero garantizando la transferencia del combustible nuclear tal como Argentina hizo históricamente en Atucha I y el Central Nuclear de Embalse, en un caso con los alemanes y en otro con los canadienses. Es decir, una pelea clave por la transferencia de tecnología y ciclo combustible que había sido favorable a Argentina. Para que se entienda desde una analogía, es semejante a una impresora y el cartucho, la impresora sería el reactor y la tina el combustible, este último es un insumo de muy alta tecnología y es el factor relevante para el funcionamiento del reactor. Argentina tiene minerales de uranio y completa el ciclo de combustible nuclear de forma autónoma, es decir, producir una pastilla combustible, que es una pastilla sólida de dióxido uranio, ensamblarla con aleaciones especiales y conformar un elemento. Desde la década del setenta, Argentina tiene su autonomía en proveer el combustible con los conocimientos acumulados en la CNEA y con la planta industrial metalúrgica asociada a al ecosistema nuclear, que es CONUAR (Combustibles Nucleares Argentinos). Empresa que durante la última dictadura fue privatizada parcialmente conformando una “Asociación Publico Privada” con el Grupo Perez Companc.
UN PROYECTO SOBERANO
Poder llevar adelante y mantener un proyecto nuclear soberano, en un país dependiente como la Argentina, ha sido una de las batallas estratégicas que los y las trabajadoras del sector durante décadas. La situación actual es un mojón más en esta larga historia. Esta pelea ha exigido decisión, creatividad y enormes sacrificios. La CNEA cuenta con 22 detenidos-desaparecidos durante la última Dictadura[5], además, 120 fueron cesanteadas, a 107 se les aplicó la Ley de “Prescindibilidad” perdiendo su puesto laboral, 370 se vieron obligadas a renunciar con el aumento de las persecuciones. A pesar de estos feroces ataques, el sistema científico nacional y el área nuclear argentina sigue siendo un emblema nacional. Para entender el valor del área nuclear Argentina: es uno de los pocos países del mundo con capacidades de diseño y elaboración del rubro; del hemisferio sur, sólo tres países producen energía eléctrica por reactores: Argentina, Brasil y Sudáfrica. Y nuestro país pertenece a un selecto grupo que exporta está tecnología. El Estado fue clave para lograr los avances existentes, y también el rol de los trabajadores, ya que es un área llevada adelante por personal civil y fuertemente vinculada con la creación de una intelectualidad científica y técnica en el sistema público universitario.
El sistema científico tecnológico de Argentina, hoy denostado y estigmatizado, y muy a pesar de las políticas antipopulares y las presiones externas por desarmarlo, presenta avances importantes. Poder conocer realmente cuáles son sus avances nos puede permitir, dar vuelta la batalla cultural en curso que viene a destruir los logros científicos y tecnológicos en pos de un país neocolonial y primarizado. Y en esta defensa potenciar un proyecto soberano y popular, el desenlace está en curso.
[1] Comunicado de gerentes CNEA
[2] https://www.argentina.gob.ar/cnea/historia
[3] https://www.argentina.gob.ar/cnea/ra10
[4] https://revistalanzallamas.com.ar/energias-diplomacias-y-presiones-nucleares/
[5] https://www.argentina.gob.ar/cnea/institucional/semblanzas-de-nuestrxs-companerxs-detenidxs-desaparecidxs
Una respuesta en “Milei y la motosierra en el área nuclear”
[…] los pagos, muchos proveedores se han visto en la obligación de comenzar a no prestar servicios”[1]. Es así que el impacto en las obras de los dos proyectos estratégicos comienza a afectar a las […]