*Por Germán Mangione
Por estos días nos enterábamos que el presidente Javier Milei suspendió su viaje a México, que estaba planificado para el próximo viernes. Y también conocíamos por los medios que la suspensión tenía que ver con poder asistir ese día a Rosario y participar del acto del 140º aniversario de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
A estas alturas y después de 6 meses de viajes ininterrumpidos por el mundo, que el presidente decida quedarse para una actividad local llama la atención, sin embargo, siguiendo la actividad de la institución que agrupa los intereses de los principales monopolios extranjeros exportadores y de los dueños de la tierra en la zona núcleo del país, y sus relaciones con los diferentes niveles del Estado, la cosa parece más clara.
Año a año, durante las campañas políticas, pero también para dar cuenta de sus acciones y planes de gobierno, peregrinan por la Bolsa los principales referentes políticos del más amplio espectro para conseguir “la venia” o “el visto bueno” del poder real de la Argentina.
Y es en definitiva allí en Córdoba y Paraguay, en lo que Carlos del Frade definió tan brillantemente como la esquina más peligrosa de la ciudad, tras esos muros donde se terminan organizando, planificando y evaluando muchas de las políticas públicas tanto locales, como provinciales y nacionales.
Es ese el punto en común que une a Javier Milei con instituciones como la BCR. Muy lejos de la pregonada “ausencia del Estado”, lo que ambos buscan e impulsan históricamente es la privatización y el uso de las palancas claves del Estado en favor de sus propios intereses, siempre contrapuestos con los de la nación y las mayorías populares.
Y esta política impulsada por el grupo de intereses que se concentran tras instituciones como la Bolsa de Comercio de Rosario, la cámara aceitera CIARA o el Consejo Agroindustrial Argentino excede por su puesto el gobierno de Milei y se ha expresado desde hace décadas en las políticas de las gestiones anteriores, pero en la actualidad tiene una coincidencia mucho más profunda y clara.
Desde hace años inciden en todos los ámbitos de la gestión pública en favor de sus propios intereses como, por ejemplo, la planificación de la política impositiva, la organización sindical, la planificación de la obra pública o del control del comercio exterior, y en el último tiempo incluso avanzan en áreas como la educación, la generación de los datos macroeconómicos y hasta el control del narcotráfico.
Llegaron a avanzar incluso en el proyecto de un Banco propio, para dirigir también el crédito, algo que quedó trunco en medio del escándalo de Vicentin, cuyo directivo Alberto Padoan era en ese momento presidente de la Bolsa.
Veamos algunos ejemplos de esta política colonial que intenta subordinar a la Argentina al interés de los monopolios exportadores, en su mayoría extranjeros, y de los grandes terratenientes y productores agropecuarios.
Sin control
Quizás es el ejemplo más claro de subordinación del país a los intereses de unos pocos la política comercial e impositiva que es manejada a gusto de estos monopolios, como vienen denunciando muchos referentes de los movimientos soberanistas hace años. Impuestos que se pagan a partir de las declaraciones juradas elaboradas por las empresas, casi sin control estatal, y una red de evasión impositiva a partir de la subfacturación, la triangulación de exportaciones y una maraña de empresas fantasmas en paraísos fiscales como quedo claro en el caso Vicentin, pero que se repite en todo el entramado de monopolios del complejo agroexportador.
La ausencia de control estatal del comercio es el viejo sueño de estos grupos, que amparados en la complicidad de los gobiernos de turno van quedándose con el control total del comercio exterior.
A poco de comenzada la gestión de Mauricio Macri, por ejemplo, lograron que uno de los pocos organismos del estado que ejercía algún control sobre lo que entra y sale de nuestros puertos, como es el SENASA, sea corrido del medio privatizando ese control en empresas ligadas a estos monopolios exportadores.
Esto le valió al ex presidente una denuncia penal del diputado provincial Carlos del Frade. El legislador presentó además un recurso de amparo para declarar la inconstitucionalidad de una resolución del Senasa, que sustituyó un artículo en el que quedan exceptuadas del control fitosanitario y de calidad las denominadas tortas de cereales y oleaginosas.
Esto se combinó siempre con un río Paraná privatizado, sin presencia estatal durante los últimos 25 años, con una breve pausa estos últimos años a partir de que la Administración General de Puertos retomó el cobro del peaje, algo que hoy vuelven a exigir a Milei se termine para volver al esquema que comenzó con Carlos Menen en 1995 y siguió durante los gobiernos de Fernando de la Rúa, Néstor y Cristina Kirchner, quien en 2011 extendió 10 años más esa privatización de manera automática.
Su propio Plan Quinquenal.
Pero no se conformaron nunca con esto, quieren más, quieren todo. Así en plena pandemia presentaron su “Estrategia de Reactivación Agroindustrial Exportadora Inclusiva, Sustentable y Federal”, una especie de plan quinquenal de las clases dominantes. El plan apuntaba a seducir a la política con 2 zanahorias: dólares y empleo.
Según los agroexportadores, con las medidas que proponen en el período 2020-2030 podrían llevar las exportaciones de los US$ 65.000 actuales a US$ 100.000 millones y generar en ese marco más de 210.000 nuevos puestos de trabajo.
El plan que luego tomó forma de proyecto de ley plantea: más crédito para la prefinanciación de exportaciones, estabilidad fiscal por 10 años, vínculo directo con embajadas, fomento de nuevos mercados, reducción y eliminación de derechos de exportación (retenciones), inversión del estado en infraestructura para el sector, “modernización” de las leyes laborales y régimen especial de amortización acelerada. Un plan que unos años después encontramos en varios puntos de la Ley Bases de Milei.
Un Estado presente, pero solo para poner
Es desde la Bolsa de Comercio de Rosario de donde salieron la gran mayoría de los planes de infraestructura vial y ferroviaria de los últimos años. Y no es ilógico que dichos planes tengan como beneficiarios exclusivos a quienes la institución representa.
Desde la reactivación del Belgrano Cargas, hasta la construcción de los circunvalares o los ingresos ferroviarios directamente a los puertos fueron planificados en la Bolsa de Comercio, presentados públicamente como puede leerse en su página web, y luego presentado como política pública por los gobiernos nacionales y provinciales.
Estas obras que en sus informes explicitan que porcentaje mayor de ganancias van a generarles tienen una característica común: exigen que la plata para realizarlos salga del estado.
Así mientras piden “libertad de mercado” y “baja de impuestos”, por otra ventanilla exigen financiamiento estatal para las obras que mejoraran su rentabilidad.
Un claro ejemplo es el plan de obras públicas presentado por el gobernador Maximiliano Pullaro apenas asumió su cargo y que tenía casi exclusivamente obras vinculadas a las pedidas por estos monopolios, y que ante la falta de financiamiento nacional (el famoso “No hay plata”) será financiado por endeudamiento externo de la provincia y el robo de la recaudación que los municipios costeros realizan con el peaje a los camiones que ingresan a sus jurisdicciones como Puerto San Martín y Timbues que hoy luchan por evitar que la provincia se las arrebate.
La BCR se mete en la batalla cultural
Históricamente la Bolsa y fundaciones vinculadas como La Fundación Libertad han tenido una política de penetración en los centros de formación académica y científica, como la Universidad Nacional de Rosario o la del Litoral intentando orientarlas hacia sus propios intereses y necesidades y se han dado el trabajo de colonizar los principales medios de comunicación masiva a fuerza de pauta y desarrollo de contenidos propios.
Pero en este último tiempo fueron más allá. Ante el avance y crecimiento de cientos de movimientos populares que reclaman por la defensa de la soberanía y la recuperación de nuestros recursos en favor de los intereses nacionales y populares los poderosos de la Argentina aprendieron que no solo es un problema de control económico, sino que también necesitan controlar las ideas. Y es por eso que en sintonía con la batalla cultural colonial que lleva adelante Milei se largan a trata de colonizar las cabezas de las grandes mayorías desde la más temprana edad.
Llegando al punto de meterse en las escuelas de nuestros hijos e hijas con planes como El rio educa, un programa que avalado por el Ministerio de Educación provincial tanto de Omar Perotti como en la gestión de Maximiliano Pullaro, lleva a los niños de las escuelas primarias de la región para “explicarles” los beneficios del modelo agroexportador y la necesidad del “cuidado del rio”. Justo ellos que son los principales responsables de su contaminación y destrucción, quieren explicarle a nuestros pibes y pibas como cuidarlo. El cinismo en su mayor expresión.
También en las últimas semanas presentaron sus propios índices económicos. El proyecto ICA-ARG, en el que se basan estos índices, es una realización de las dos bolsas de comercio de la provincia (la de Rosario y la de Santa Fe) para ofrecer “una herramienta valiosa en la medición del ciclo económico de Argentina” y está compuesto por el Índice Coincidente de Actividad Económica de Argentina (ICA-ARG) y el Índice Líder de Actividad Económica (ILA-ARG), según explican el proyecto busca proporcionar “una perspectiva independiente y metodológicamente sólida del panorama económico del país”
¿Cuál es la independencia de un índice económico realizado por un sector de los grupos concentrados del poder en la Argentina? Como en el caso de la educación estas maniobras privadas terminan legitimadas por el estado dándoles entidad, como sucedió esta semana cuando la presidenta de la Cámara de Diputadas y Diputados Clara García del Partido Socialista entrego una declaración de interés del cuerpo legislativo.
Así como sucede con los planes económicos o los planes de obra pública seguramente esta será una nueva herramienta de presión sobre las decisiones que deba tomar la política en el ámbito económico.
A confesión de parte
Pero quizás la más escandalosa y osada propuesta del sector que representa la BCR sea el anuncio de la implantación de controles propios en los puertos del narcotráfico.
Según anunciaron los monopolios exportadores instalaran en las barcazas que llegan con soja desde las terminales de Paraguay, una de las plataformas que domina el narcotráfico para realizar contrabandos de droga a Europa, Asia y Oceanía, un sistema de videovigilancia en todo el recorrido de 1400 kilómetros por el río Paraná hasta Rosario. Se instalarán antenas satelitales Starlink (propiedad del millonario yanqui Elon Munsk, “amigo” del presidente Milei) para que las propias firmas puedan tener un control y seguimiento en tiempo real de las embarcaciones y monitorear las embarcaciones en los tramos donde hay escasos controles de Prefectura, como ocurre desde Corrientes a Rosario.
Después de décadas de negar rotundamente el rol que los puertos de nuestra región tienen en la ruta de la exportación de droga, ante las evidencias incontrastables, deben reconocer en primer lugar que son parte de ese entramado, pero lo hacen avanzando en el “control propio”, lo que no es otra cosa que decirle al estado nacional “ni se les ocurra controlar”, como sucede en la actualidad con las cargas y la facturación por declaraciones juradas.
Milei viene por su visto bueno
Como ha sido históricamente el poder político en todos sus estamentos llega a la Bolsa para buscando el visto bueno o rindiendo examen. Como sucedió hace pocas semanas cuando el presidente fue la muestra anual de la Sociedad Rural a prometer que cumplirá las exigencias del sector este viernes Javier Milei llegará a la Bolsa de Comercio, la esquina más peligrosa de la ciudad, para recibir la aprobación del rumbo de su política por parte del poder real, un rumbo en el que el estado lejos de estar ausente está cada vez más presente en beneficio de los grupos cuyos representantes estarán allí sentados aplaudiendo.
Y se repetirá una escena que vimos más de una vez en nuestra historia y que tan bien retrato Héctor Olivera en el final de la película “La Patagonia Rebelde”, cuando los dueños extranjeros de las estancias y la principal de la oligarquía terrateniente nacional le cantaban en ingles “porque es un buen compañero” a Héctor Alterio en el papel del Teniente coronel Zavala tras fusilar a los obreros que reclamaban por sus derechos.