«Si la gente pregunta, díganles que Sicko
es una comedia acerca de los 45 millones
de personas sin salud pública del país
más rico de la Tierra»
Michael Moore, autor del film Sicko
(crítica del sistema de salud de Estados Unidos)
Soy el primero en enfrentarlo con una honestidad tan brutal, con estas líneas finaliza el manifiesto encontrado en la mochila de Luigi Mangione. El miércoles 4 de diciembre a las 6:45 de la mañana un joven, con una pistola equipada con un silenciador, en una calle de Midtown Manhattan disparó y asesinó a Brian Thompson, de 50 años, CEO de una de las más grandes aseguradoras de salud de los Estados Unidos: UnitedHealthcare. Días después la policía arrestó al presunto autor del atentado mientras comía en un McDonalds, su nombre Luigi Mangione, destacado alumno de un colegio de elite y de una universidad de la Ivy League y miembro de una familia acomodada de Baltimore.
Una de las primeras reacciones fue compararlo con el film “John Q”, inmortalizado por Denzel Washington, donde un padre desesperado toma como rehenes a toda una sala de urgencias después de que una compañía de seguros médicos se negara a cubrir el trasplante que le salvaría la vida a su hijo. La imprevista reacción popular de apoyo se potenció a medida que se conocían los detalles del hecho: remeras, memes y campañas en internet por su libertad generando un nivel de empatía, posiblemente, fundado por el hecho de quien fue el blanco del ataque: un representante del sistema de salud privada extremadamente prohibitivo, y, además, CEO y multimillonario.
Dejó al descubierto la rabia popular frente a la organización de la salud como un negocio y no como un derecho inalienable. Las redes sociales se inundaron de comentarios que no solo no condenan las acciones del joven, sino que la justificaban. Incluso en Facebook el anuncio de UnitedHealth Group de que estaban “profundamente entristecido y conmocionado por el fallecimiento de nuestro querido amigo y colega” fue recibido, cientos de miles de reacciones con el emoji “jaja”. El miedo a la posibilidad de réplicas generó miedo en la elite de CEOs de Estados Unidos, y tal vez, del mundo entero.
UNA ACCIÓN PERFOMATICA DE HONESTIDAD BRUTAL
Todo el hecho está repleto de mensajes y elementos cargados de simbolismos. En el lugar de los hechos frente al Hotel Hilton se encontraron tres casquillos de bala con las siguientes inscripciones “deny”, “defend”, “depose” (negar, defender y deponer).
Estas palabras están relacionadas a cierto procedimiento burocrático de las aseguradoras de salud de retrasar sus pagos, negar los reintegros y luego defender sus acciones. Incluso existe un libro escrito y publicado en 2010 por el académico Jay M. Feinman, cuyo título es precisamente “Retrasar, negar, defender”.
Mangione fue detenido en un McDonald’s de la ciudad de Altoona, en Pensilvania, tras ser reconocido por alguien en el restaurante y denunciado por un empleado. En su mochila tenía un “arma fantasma”, que, al parecer, habría sido diseñada en parte con una impresora 3D y que “tenía la capacidad de disparar una bala de 9 mm“, dijo Joe Kenny, jefe de detectives del Departamento de Policía de Nueva York. La elección de un arma ensamblada con piezas 3D lo conecta con el quehacer de las generaciones tecno del capitalismo tardío, podría haber utilizado cualquier arma, en EEUU abundan, pero decidió que el hecho tuviese una estética pensada.
También se encontraba en su mochila un manifiesto escrito en cuaderno de espiral donde deja en claro “que no estaba trabajando con nadie” y se disculpa “por cualquier conflicto de traumas, pero tenía que hacerse. Francamente, estos parásitos simplemente se lo merecían”. Muestra que era extremadamente consciente de lo que hacía. Y luego, realiza una denuncia del sistema de salud de Estados Unidos y de los niveles de extrema desigualdad y poder abusivo de las grandes corporaciones: “Un recordatorio: Estados Unidos tiene el sistema de salud número uno más caro del mundo, pero ocupamos aproximadamente el puesto número 42 en esperanza de vida. United es la empresa más grande de Estados Unidos por capitalización de mercado, solo detrás de Apple, Google, Walmart.”. Más que un mensaje anticapitalista expresa una denuncia contra ese 1% de megamillonarios “se han vuelto demasiado poderosos y continúan abusando de nuestro país para obtener enormes ganancias porque el público estadounidense les ha permitido salirse con la suya”.
EL 1%
En el film alemán del año 2004, dirigido por Hans Weingartner “Los edukadores”, dos jóvenes Jan y Peter hacen listas de mansiones de gente muy acaudalada y una vez que investigan sus movimientos y saben que no hay nadie ingresan, desordenan todo de forma grotesca para que cuando los dueños regresen se asusten y vivan intranquilos. Nunca roban, su accionar es ideológico, antes de irse dejan un mensaje: “Sus días de abundancia están contados”, un hecho simbólico. Pero el caso de Luigi Mangione, caló muy hondo en la sensibilidad y en la conversación pública porque su acción o crimen golpea directo a ese 1% de megamillonarios.
Desde “Los Edukatodes” a “John Q” en el cine o Luigi Mangione en la vida real, aparecen sujetos que no ven en la acción colectiva una salida, sea por su ideología, por su desesperación o su furia contra lo que consideran una injusticia. Y parten de acciones individuales potentes que puedan calar fuerte en la opinión pública y convertirse en metáforas, en símbolos, en íconos o gestos para desenmascarar esa injusticia, y que abre debates sobre el uso de la violencia contra la violencia sistémica legitimada por los andamiajes normalizadores de la dominación cotidiana e invisible. Este hecho se instaló en la opinión pública, imponiendo un tema que está afuera de la agenda político-mediática hegemónica. Uno de los redactores de la Revista Jacobin, Marko Marcetic, escribió un interesante artículo delimitando las raíces del acto y alejando la idea de que es un “izquierdista”. Un análisis de la huella digital de Mangione muestra que la realidad es muy diferente y mucho más interesante. Según, Marcetic, lejos de ser el estereotipo de un izquierdista radicalizado, Mangione podría ser un signo de algo nuevo: un político moderado sin movimiento detrás de él, sin antecedentes de activismo y sin una ideología fuerte, aparentemente radicalizado por un sistema fallido y llevado a creer que el asesinato es la manera de arreglarlo[1]. Pero en su manifiesto, cuando afirma “el público estadounidense les ha permitido salirse con la suya” parece estar haciendo una especie de llamado a un despertar colectivo, a ejercer una resistencia contra poderes que “abusan”. Muchas veces estos actos de desesperación por arreglar una injusticia concentran en un hecho individual lo que la sociedad no puede responder colectivamente. Diego Sztulwark en el podcast de Revista Crisis, plantea que “este hecho nos devuelve una visión de todos nosotros de nuestras impotencias y nuestra incapacidad de reaccionar ante las ofensas”.
Tal vez, los CEO temen por replicas, pero deberían temer por sociedades que comienzan a hartarse de los agravios cotidianos. Y más allá de conocerse las raíces ideológicas del autor, estar de acuerdo o no, si es justificada la acción, rechazada o repudiada, lo cierto es que instaló con fuerza y brutalmente un debate sobre los abusos de los poderes económicos y la impunidad de las elites sobre poblaciones que quedan indefensas ante tanto poder.
SALUD, DINERO E…INDIGNACIÓN
Según el informe de Oxfan (2024)[2] en Estados Unidos, hay tres personas que poseen más riqueza que la mitad de la población con menores ingresos, mientras que el 60 % de las personas trabajadoras vive al día. A pesar del enorme aumento de la productividad de la fuerza laboral y del boom tecnológico, los salarios semanales reales del trabajador o trabajadora estadounidense promedio son más bajos que hace 50 años. El sistema de salud responde a esta lógica de desigualdad y concentración extrema de la riqueza. UnitedHealthcare es la empresa de cobertura de salud más grande del mundo proporciona “protección” a más de 49 millones de estadounidenses y generó más de 281.000 millones de dólares en ingresos el año pasado. El conglomerado de empresas de salud estadounidense se ha convertido en blancos frecuentes de críticas de médicos, pacientes y legisladores por negar reclamaciones o complicar el acceso a la atención.
Según Jessica Winter [3] , editora de la revista The New Yorker, desde que Thompson se convirtió en CEO en 2021, las ganancias de UnitedHealthcare aumentaron en cinco mil millones de dólares en solo dos años. Entre 2019 y 2022, UnitedHealthcare duplicó con creces su tasa de rechazo de solicitudes de autorización previa para atención postaguda. Una de las innovaciones distintivas de Thompson fue utilizar un algoritmo predictivo para expulsar a los pacientes enfermos y discapacitados de Medicare de los hogares de ancianos y programas de rehabilitación, lo que provocó una miseria y penuria incalculables. Según una encuesta de la Asociación Médica Estadounidense, realizada en 2023, el 94% de los médicos reconoce que la implementación de la preautorización retrasa la atención médica, mientras que el 78% dijo que dicha acción lleva al abandono de los tratamientos. Una parábola de cómo funciona el sistema inhumano de “salud”. Con el advenimiento del neoliberalismo y la reducción de los Estados de Bienestar en el mundo, aumentaron la desigualdad a niveles jamás conocido, estudios realizados por Thomas Piketty alertaban que el 1% de la población concentra en Europa más del 25% de riqueza y en Estados Unidos más del 35%. En el ámbito de la salud el peso de la subsunción mercantil, formas de vida y derechos consagrados como básicos para la reproducción de la vida son rehenes de la lógica ciega de la acumulación. Se abren debates necesarios sobre las garantías de derechos a la salud, educación, vivienda o trabajo o la renta básica, también sobre las regulaciones estatales, y también sobre la justificación o no de la violencia, sobre cuáles son las ventajas y desventajas de actuar de manera individual y de hacerlo en forma colectiva o sobre la relación entre las acciones individuales y las movilizaciones colectivas. En fin, las ganancias mataron a la salud, la indignación mató al CEO.
[1] https://jacobin-com.translate.goog/2024/12/luigi-mangione-unitedhealthcare-thompson-ideological?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es-419&_x_tr_pto=wapp
[2] https://www.oxfam.org/es/informes/desigualdad-sa