*Por Luciano Moretti
La reciente cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) parece mostrar la emergencia de un nuevo orden mundial con eje en oriente y con múltiples centros de poder. Este proceso es la consecuencia lógica de la relocalización de la producción mundial desde occidente hacia oriente y el consecuente ascenso económico, tecnológico y político del Este asiático y de China particularmente. Frente a ello, los Estados Unidos está reconfigurando su estrategia de defensa nacional alejándose del Asia Pacífico y volcando hacia occidente lo que podría traer grandes cambios para sus aliados y transformar su relación con China y Rusia.
La OCS fue fundada en el año 2001 y sus miembros fundadores fueron China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán con el objetivo de garantizar la seguridad regional mediante el combate del terrorismo, el separatismo y el extremismo religioso. Con el tiempo, la organización amplió su agenda a la cooperación económica, energética y cultural, siendo su eje principal el de coordinar ejercicios militares conjuntos y mecanismos de diálogo para garantizar la seguridad de Eurasia. En 2017 se sumaron la India y Pakistán y en 2023 lo haría Irán.
En total, la OCS reúne al 40 % de la población mundial y al 30 % del PIB global, cuatro de sus miembros plenos son potencias nucleares y se estima que, en 2017, el gasto militar combinado de los miembros de la OCS fue aproximadamente 364 mil millones de USD, frente a los 867 mil millones USD de la OTAN, de los cuales 228 mil millones correspondían sólo a China. No obstante, cabe aclarar que la OCS no es una alianza militar como la OTAN.
La cumbre de la OCS en Tianjin el 1 de septiembre pasado reunió a más veinte líderes regionales y del Sur Global, pero todas las miradas se las llevaron Vladímir Putin, Xi Jinping y Narendra Modi. La imagen del líder indio ingresando tomado de la mano de Vladímir Putin para saludar al presidente Xi Jinping, marcó el tono del evento en el que se reforzó esta alianza estratégica entre las tres grandes potencias. Esto es llamativo dado que las tres potencias tienen una historia de conflictos fronterizos y rivalidades en la región.


La gestualidad no pasó desapercibida en Washington, Trump indicó en un posteo en la red social Truth que “Hemos perdido a India y Rusia en la China más profunda y oscura”. Esto no es casual, la administración norteamericana se puso en pie de guerra con la India acusando a Nueva Deli de comprar petróleo y armamento ruso a pesar de las sanciones impuestas por occidente sobre Rusia desde el comienzo de la guerra de Ucrania. Esta situación fue aprovechada por la India, quien se convirtió en el país desde el cual se triangulan las exportaciones rusas hacia Europa, principalmente de gas y de petróleo[1]. En su estrategia de gran bravucón, Trump colocó aranceles del 50% a las exportaciones indias con el objetivo de forzar al país a negociar, pero la respuesta de la India fue volcarse de lleno a la alianza con China y Rusia.
Las gestualidades y demostraciones de fuerza continuaron luego en Beijing donde China celebró los 80 años de la victoria la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa y la Guerra Antifascista Mundial (es decir la Segunda Guerra Mundial). Con motivo de este aniversario se organizó un enorme desfile militar al cual asistieron entre otros líderes el presidente de Rusia Vladimir Putin y el líder de Corea del Norte Kim Jong Un. En su discurso el presidente y Secretario General del PCCh Xi Jinping resaltó que esta fue la primera victoria del pueblo chino en su lucha contra la agresión extranjera en tiempos modernos, y también resaltó la importante contribución de China al triunfo de los pueblos del mundo contra el fascismo. Xi también destacó el compromiso de China con el desarrollo pacífico. Esta demostración de fuerza por parte de China señala que el período en que un puñado de países del Norte Global podrían decidir el rumbo del mundo llega a su fin. Un nuevo orden mundial está emergiendo, pero el viejo no termina de morir, la inestabilidad geopolítica será la marca de las décadas por venir. EE.UU. recogió el guante y está reconfigurando su estrategia de defensa global.

De contener a China a replegarse en occidente
El gobierno de EE.UU. anunció su nueva estrategia de defensa nacional para el próximo período. Esta nueva estrategia se da al mismo tiempo que se produce el cambio de nombre del departamento encargado del poder militar a Secretaria de Guerra, nombre que recibían las carteras de defensa previo a la Segunda Guerra Mundial (un gesto por lo menos extraño en una administración que prometió terminar con las guerras en el mundo). La seguridad nacional se volvió la prioridad de la administración Trump y es actualmente su principal herramienta política en el plano interno. El endurecimiento de las políticas migratorias, la persecución sistemática de los inmigrantes ilegales, la deportación masiva, la creación de “centros de concentración” de inmigrantes y el uso de la cárcel de máxima seguridad de El Salvador son los símbolos de un gobierno que muestra un giro autoritario y xenófobo.
El borrador para la nueva estrategia de seguridad plantea priorizar la defensa interna y la seguridad del hemisferio occidental lo que tendrá severas repercusiones para los aliados de Washington en todo el planeta. De acuerdo con los trascendidos el nuevo plan pondría en segundo lugar a Beijing y Moscú como amenazas principales lo que implica un reacomodamiento de recursos militares y presupuestarios significativo. Esta estrategia ya ha comenzado a verse en los hechos, por ejemplo, en el despliegue de la Guardia Civil para “garantizar la seguridad” de la ciudad de Washington y la ciudad de Chicago, ambas administradas por la oposición demócrata, o en la relocalización de aviones F-35 en el caribe para la “lucha contra el narcotráfico”. Lejos quedaron las promesas de reducir la inflación y mejorar el poder adquisitivo de los norteamericanos.
En el plano externo, el gobierno de Trump promete hacer “América (Estados Unidos) Grande Otra Vez” mediante el uso de aranceles para proteger a sus productores, el despliegue de una política industrial motorizada por una suerte de keynesianismo de guerra en el contexto de un sistema internacional marcado por las tensiones militares y por la guerra abierta en Ucrania y en Israel. Mientras obliga a sus aliados europeos a aceptar acuerdos arancelarios desfavorables, también presiona a sus aliados de la OTAN a asumir el costo de sostener el aparato militar, aumentando el gasto de defensa y la compra de armas a los EE.UU.
La administración Trump asumió prometiendo que terminaría con la guerra de Ucrania en 24 hs, sin embargo, no puede forzar a Zelenski a aceptar un acuerdo que implique la entrega de territorio y tampoco pudo sentar a Rusia en una mesa de negociación real. A pesar de la cumbre en Alaska el pasado 15 de agosto entre Trump y Putin, ni siquiera pudieron acordar un alto al fuego en el frente de guerra.
La nueva estrategia nacional de defensa busca asegurar el control sobre el hemisferio occidental, lo que dejaría el camino libre para que China ocupe el espacio que está dejando libre la decadente potencia norteamericana.
En 2011, la entonces Secretaria de Estado Clinton había anunciado la estrategia de pivote hacia el Este Asiático[2], en busca de fortalecer a sus aliados regionales y reforzar la presencia militar norteamericana en el Este y Sudeste Asiático, con el objetivo de contener militarmente a China. La región del Este asiático fue central en el escenario de la Guerra Fría como muro de contención del comunismo soviético y chino, así emergieron los llamados tigres asiático (Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur) a los que se debe sumar Japón como ejemplos del desarrollo capitalista y como muro de contención frente a los enemigos de Washington. Estas naciones funcionaron y funcionan como grandes enclaves militares y son estratégicos para el despliegue rápido de tropas y para el reabastecimiento de barcos militares en EE.UU. en toda la región. Un reacomodamiento del gasto militar podría implicar que dichos países se queden sin su escudo militar, lo que forzaría mayores gastos militares y realineamientos regionales.
La estrategia diplomática de Washington implicaba fortalecer a sus aliados en la región, principalmente a la India como gran contrapeso de China. Una de las políticas insignias de esta estrategia fue “La Nueva Ruta de la Seda” cuyo objetivo era integrar a Afganistán en la economía regional después de la intervención de EE.UU., y al mismo tiempo contrapesar la influencia de China y Rusia. Esta iniciativa no pudo salir de los papeles por falta de financiamiento. La retirada estrepitosa de Afganistán[3] en el 2021 y el retorno del gobierno talibán al poder marcó el fracaso de esta estrategia y el comienzo del retroceso del pivote norteamericano hacia Asia. La política exterior de Trump parece estar volcando a sus potenciales aliados a los brazos de Beijing.
Consecuencias de la nueva estrategia de defensa
No obstante, este retroceso puede ser interpretado en varios planos. En un primer plano, los EE.UU. ajustarán el despliegue de tropas y el gasto militar de acuerdo a su nuevo plan, lo que implica un reposicionamiento de tropas a nivel mundial. En términos generales esto implica que los aliados de EE.UU. deberán priorizar su propia defensa militar y aumentar el gasto en armamento y defensa. En el corto plazo se producirá la retirada de tropas de Europa (aproximadamente hoy están desplegados unos 80.000 efectivos), así como de la región de medio oriente. A su vez el recorte en el presupuesto de programas de asistencia en seguridad críticos como, por ejemplo, la Iniciativa de Seguridad del Báltico promovida por el Pentágono en la que participaban Lituania, Estonia y Letonia se verá severamente afectada por los recortes presupuestarios en seguridad, lo que los deja vulnerables frente a Rusia.
En un segundo plano, esta estrategia parece dejar el camino libre para que China (junto con sus aliados) construya un nuevo sistema internacional con predominancia en el hemisferio oriental. Aquí podemos pensar en dos escenarios posibles, en un primer escenario observamos que Washington reconoce que su estrategia de contención de China es infructuosa y además extremadamente costosa por lo que decide replegarse para intentar sobreextender a China por sobre sus capacidades para precipitar problemas internos y contraatacar más adelante[4]. Por ejemplo, un escenario posible sería que frente a la retirada de Washington, China intentará tomar la isla de Taiwán por la fuerza precipitando una guerra regional, en la cual EE.UU. ingresaría como un “defensor del mundo libre”.
Un segundo escenario, y a mi entender más interesante y realista, es que Washington reconoce que la estrategia de contención de China ya fracasó, que la competencia está terminada y que su única estrategia es replegarse a un rol de potencia regional en un mundo que tiende a fragmentación y las alianzas regionales[5]. De hecho, Hugh White afirma que la retirada de los EE.UU. ya está sucediendo. Desde su punto de vista esta retirada se manifiesta principalmente en la incapacidad de imponer su voluntad en la región. Es decir que China ya cuenta con la capacidad de llevar adelante su voluntad en la región y de ignorar las advertencias y amenazas de Washington sin perder mucho en el proceso. En este sentido la retirada de EE.UU. ya es un hecho. Para mantener su predominio sobre China los EE.UU. deberían demostrar que desobedecer sus órdenes es más costoso que cumplir con las reglas. Para ello requiere de tres elementos: 1) superioridad económica, 2) superioridad militar y 3) la amenaza creíble de escalar el conflicto militar hasta la guerra nuclear de ser necesario. EE.UU. no cuenta con ninguno de estos elementos por lo que la estrategia de contención de China no fue más que una retórica vacía.
En un tercer plano, la nueva estrategia de seguridad norteamericana implica muy malas noticias para América Latina. A medida que los intereses norteamericanos son desplazados del resto del planeta la competencia por el control de una región a la que EE.UU. considera su patio trasero se intensifica. Los países de América Latina y el Caribe acordaron este año inversiones millonarias por parte de China en el marco del foro CELAC-China, que se suman a otros anuncios de inversiones extranjeras directas en la región y de préstamos enmarcados en la estrategia de la Ruta de la Seda. En 2024 la empresa estatal COSCO inauguró el puerto de Chancay en Perú, un megaproyecto que funciona como base para el comercio de la región con China. Este tipo de control sobre infraestructuras claves es visto como una amenaza militar por parte de Washington.
No obstante, EE.UU. continúa siendo el principal actor económico en la región y su influencia sobre las elites latinoamericanas es poderosa. Por eso es que se debe prestar atención a la nueva narrativa sobre el narcotráfico que se está construyendo para intentar legitimar una invasión militar en Venezuela. El proyecto bolivariano de Maduro es uno de los principales aliados de China y de Rusia en la región y constituye una amenaza para los intereses norteamericanos. Particularmente son de interés sus reservas de petróleo las cuales el país no puede explotar a pleno debido a las migraciones masivas de ingenieros y al bloqueo impuesto por EE.UU[6]. Esto es un problema mayúsculo dado que a medida que medio oriente se convierte en una región más hostil y los pozos de petróleo no convencional de EE.UU. se agotan, las reservas de Venezuela y la región se volverán claves para sostener el aparato militar y productivo norteamericano. En este escenario parece cada vez más difícil mantener una autonomía geopolítica regional en una región cuyos Estados son cada día más débiles e impotentes.
[1] https://elperiodicodelaenergia.com/india-afirma-que-comprara-petroleo-ruso-o-de-cualquier-otro-pais-si-lo-necesita
[2] https://fivethirtyeight.com/features/did-hillary-clintons-pivot-to-asia-work/
[3] https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-58389811
[4] https://www.the-american-interest.com/2017/03/01/a-strategy-for-chinas-imperial-overstretch/
[5] https://www.quarterlyessay.com.au/essay/2025/06/hard-new-world/extract
[6] https://misionverdad.com/venezuela/por-que-es-tan-importante-el-petroleo-venezolano-para-el-mundo#:~:text=Hace%20d%C3%ADas%20se%20inform%C3%B3%20que,valor%20estrat%C3%A9gico%20de%20este%20recurso.