Hace unos días, previamente al fallo de la Corte Suprema, desde el grupo editor de lanzallamas nos dispusimos a escribir al calor de los acontecimientos algunas líneas para acercar ideas a la pregunta de ¿por qué no estalla todo?, ¿por qué una parte mayoritaria de la sociedad está siendo capaz de tanto aguante ante tanto ajuste cruel y feroz? Con la proscripción y detención de la ex presidenta CFK la situación cambió, se da en un momento de luchas obreras, creciente abstencionismo electoral y de empiojados armados electorales de cara a la elección más importante: la provincia de Buenos Aires. La movilización del próximo miércoles muestra síntomas de una reactivación confrontativa, la situación ha cambiado y exige reescribir estas reflexiones, pero la esencia es la misma, ¿despertará una reacción popular? ¿fue un error táctico del poder esta medida?
VIOLENCIA INTOXICANTE
Imperceptiblemente fuimos entrando en una especie de estado de excepción: escasa posibilidad de disenso y represión, ajuste inhumano y miseria planificada, gobierno del decreto, injerencia extranjera, infodemia y violencia simbólica e intoxicante. Se acabó el gradualismo, la revancha empezó con los tapones de punta. No es casualidad, sino causalidad: Milei expresa la crisis profunda y la fragilidad del poder.
Las ultraderechas expresan la desesperación de la lógica del capital, ante los enormes cambios mundiales en la distribución del poder, las riquezas, la tecnología y las armas, esto, en occidente opera con una avanzada reaccionaria, es el aceleracionismo del capital, la muestra de que son más conscientes que nosotros de la profundidad de la crisis, y que les exige cambiar las reglas de juego o exponer a cielo abierto lo que subyace oculto. Para ello deben romper toda resistencia: si la subjetividad humana, los derechos conquistados en el terreno material y simbólico, si la propia naturaleza, o hasta la democracia liberal se interpone con la rentabilidad capitalista, su dios y móvil absoluto, todo esto debe ser aniquilado: es el espíritu contrainsurgente de la época, un fascismo 2.0.
La escalada de la violencia cotidiana de la explotación y la precarización, el desagravio simbólico, el ajuste-represivo es un experimento que es parte de una tendencia global. Se ha escrito mucho sobre las causas de su llegada y el apoyo social[1]. El desembarcó trágico derivó lentamente hacia el paradigma de que toda actividad es útil si es rentable, si promueve la acumulación de capital, si cumple con las exigencias de la competencia feroz del capitalismo. El 2023 de Milei fue un 2001 al revés, un 2001 reaccionario de la era digital, que actuó como un reverso de aquella experiencia popular rebelde. El 2023 fue la unidad entre las fuerzas oscuras del poder reaccionario y fascista local con masas populares hastiadas y agobiadas, la desilusión es una fuerza emocional potente, que fue captada sorpresivamente, para que ese inconformismo social se exprese en las urnas trágicamente, no en la calle como el 2001 sino de las redes a las urnas, que exigió menos Estado no más Estado, que exigió mano dura no Derechos Humanos, que optó por la competencia sobre la cooperación. El 2001 era contra el ajuste, el 2023 a favor, el 2001 era igualitarista, el 2023 es meritocrático, fue un espejo invertido de un fin de ciclo.
Se expresó con un contenido de ultraderecha contra las dos fuerzas mayoritarias que supo construir el ciclo anterior: la derecha macrista derrotada y luego absorbida, y contra la experiencia kirchnerista golpeada por el fracaso del Frente de Todos, el impacto de la pandemia y el fascismo digital, que sacude a todo el campo popular, en su lenguaje y afectividad ineficaz para captar el “espíritu” de la época.
EN CONTACTO CON EL HORROR
No es casual, la visita de Milei a Israel en el momento de mayor aislamiento y críticas al régimen de Netanyahu por el genocidio en Palestina y los bombardeos a Irán. Es el contacto directo con el horror y la muerte. En Estados Unidos, 700 marines han sido movilizados para unirse a la Guardia Nacional en Los Ángeles, por orden del presidente Trump, para hacer frente a las masivas manifestaciones de los inmigrantes que se ven agredidos en esta escalada supremacista, la nueva narrativa en su administración califica las protestas como “insurrecciones internas”, permitiéndole recurrir al Insurrection Act de 1807, una legislación que otorga al presidente facultades excepcionales para movilizar tropas dentro del país en caso de rebelión o violencia masiva. En América Latina se conoció en el siglo XX como Doctrina de Seguridad Nacional, es decir, las fuerzas armadas contra su propio pueblo, ¿se atreverá Milei a imitar a Trump también en esto?
Nosotros luchamos por la vida y por la paz, no olvidarlo es no alienarnos en el enfrentamiento. Nos defendemos de la violencia, ponemos un límite para construir un nosotros que no acepta que nos maten, nos golpeen, nos exploten o nos excluyan. Vamos a defender la paz, pero para ello hay que conquistarla. La violencia está, todos los días, no la elegimos, no nos gusta, la sufrimos. Desde ahí ponemos el cuerpo para preservar una vida colectiva, como los jubilados todos los miércoles, el Garrahan o los obreros y obreras de todo el país, mantener viva una comunidad que quieren quebrar, para reemplazar todo por la instrumentalidad racional-capitalista, del odio clasista y racista, del coloniaje moderno, del patriarcado.
El miércoles habrá una gran movilización, será en defensa de la democracia, contra el injusto y proscriptivo fallo a CFK, contra la arbitrariedad del poder. ¿pero qué democracia defendemos? Tal vez, sea hora de democratizar no solo las decisiones sino la producción y el tiempo, cuestionar a fondo las formas de explotación, la intromisión imperialista que quiebra soberanías, democratizar en sentido amplio, ahí radica una nueva programática.
Existen enormes desafíos, ante la crisis, uno de ellos es cómo reactivar la potencia ante tanta impotencia, la tristeza en rabia colectiva y rebelde, cómo reactivar el abajo para tener un nuevo arriba. Recomponer fuerzas, crear una nueva unidad que solo tendrá sentido si alimenta la potencia de quienes sufren y enfrentan día a día en términos materiales y morales el brutalismo reinante. Este “proceso judicial” se lleva adelante en un momento de debilidad y fragmentación del campo nacional-popular, olfatearon la debilidad y la magnitud de la crisis que desean ocultar. La condena a CFK no es por lo que se haya hecho mal, es por las cosas que se hicieron bien, cuando se tocaron intereses poderosos, y más aún, la violencia patriarcal no deja pasar que haya sido una mujer la que lo encabezó ¿fue un error táctico del poder esta medida?
Álvaro García Linera plantea que puede existir un hecho desencadenante, él lo llama un “agravio”, que puede ser el elemento simbólico desencadenante: “un ataque que rompe el espacio de tolerancia”, y “si este agravio no encuentra la vía institucional” lo que hace es “aumentar la carga explosiva”. El giro autoritario muestra una especie de trampa o farsa democrática, ya que la dominación adquiere formas fuera de los márgenes de negociación de una sociedad hegemónica, sino que plantea un escenario donde la dominación busca la forma de aniquilamiento. El juego anterior está roto: el balance de las clases dominantes es que no hay tiempo de gradualismo, van a fondo.
La fragilidad subyace en su propia aceleración reaccionaria, que excluye a millones, desde asalariados con convenio a precarizados, pymes, etc. Por ello, al modelo decadente de la economía real le inyectaron una morfina financiera externa, más deuda, para llegar a octubre y darle “legitimidad” al mamarracho libertario, y con la anuencia de los medios de la desinformación y el oscurantismo, intentan tapar un mar de luchas obreras dispersas pero potentes que enfrentan despidos, cierres de empresas, quita de derechos y paritarias con techo: desde los metalúrgicos de Tierra del Fuego a la docencia catamarqueña, de los portuarios a los algodoneros, del Garrahan al Posadas, y podemos seguir y seguir enumerando luchas. ¿qué puede suceder si empiezan a aparecer gestos heroicos de las multitudes que se rebelan e irradien una nueva energía social? ¿Y si midieron mal y se equivocaron? Tal vez, uno de los puntos de inflexión en el experimento fascista-libertario sea poder derrotarlos en el terreno en que la política electoral abandonó hace años: la lucha de clases, ellos eligieron ese ring, no nos queda otra que enfrentarlos.
LUCHA DE CLASES Y UNIDAD ¿PARA QUÉ?
En los textos de Marx no encontramos una definición definitiva y fija de clase social. Por suerte, porque su pensamiento vivo y dialéctico tenía a la historia como centro de su pensamiento, es decir, en movimiento. La clase obrera nunca ha dejado de transmutar con la técnica y la organización del trabajo, con sus luchas, sus conquistas y derrotas, en las formas de consciencia, en las experiencias. Siempre se plantea si el proletariado ha dejado de existir, nunca se preguntan si la burguesía ha dejado de existir: ambas siguen existiendo y parecer tener larga vida aún. Porque mientras exista un grupo que poseen capital y propiedad y desde ahí subordine vidas a sus proyectos, y produzcan subordinación y explotación, Marx está más vigente que nunca. Incluso, la “batalla cultural” es lucha de clases, ya que opera como una forma de crear subjetividades, formas pensar y sentir propias del mercado que le den un armazón y apoyo político a las formas más descarnadas y brutales de la lógica de acumulación. Y en su reverso, es fuente de resistencia y nuevos horizontes. No hay poder sin resistencia, no hay capitalismo sin trabajadores.
El experimento político-económico-cultural del mileísmo adquiere un ritmo frenético, y la lucha de clases no espera y se coloca en el centro, de Ushuaia a La Quiaca hay un despertar obrero y popular que los medios ocultan, pero que está y crece. La lucha política no solo va a otro ritmo sino desacoplada. Es un reloj que atrasa. El terremoto de la derrota electoral nos dejó completamente aturdidos, en knockout, antes de despertar, se le empezó a pegar a los propios, al de al lado. Hay que recuperar la conciencia de quién es el enemigo y cuál es la magnitud y naturaleza del fenómeno en curso.
La centralidad de CFK no es discutible, su figura sigue siendo la de mayor peso en el campo nacional y popular. Las muestras de apoyo ante la proscripción y detención de una justicia siniestra son enormes. Tocó fibras profundas: la intención del poder fáctico de encarcelar, humillar y prohibir a su líder, se conecta con los agravios de quienes venimos luchando día a día, este combo explosivo le da fuerza al principal cambio político en curso: la decisión de confrontar decisivamente.
Pero sería un error pensar que ese apoyo multitudinario es un apoyo a una dirección política del proceso, y que este episodio sirva para subordinar nuevamente el proceso político a la misma dirección y que se obture los justos cuestionamientos a esa centralidad en el campo nacional-popular. Hay que dar aire a la crítica, a la autocrítica y a la discusión fraterna de abajo hacia arriba. Las internas sin lógica, que no la entienden ni sus propias bases no hace más que debilitar a las luchas en curso, ya que nos divide por abajo. Luchas de poder que muestran la deriva de una dirigencia que perdió el rumbo táctico, que no capta la desesperanza a revertir que vemos, por ejemplo, en el crecimiento del abstencionismo electoral, tal vez, desde abajo tendrá que nacer una nueva dirigencia. No hay magos ni genios de la rosca que nos salven. Algo está claro, una de las batallas más importantes será en la elección de la Provincia de Buenos Aires, donde la ultraderecha local e internacional pone todas las fuerzas. Las reuniones de partidos en el PJ, movimientos, sindicatos y centrales, y la ampliación de la coordinación con las izquierdas y otros colectivos, muestran síntomas de una conexión que puede unirse con las luchas, son señales positivas.
Las discusiones de cómo salir han de encontrar un rumbo en la energía popular y en la decisión de enfrentar. La revisión programática, de las formas de lucha y de nuevas representaciones, necesita un método propio y fraterno del mismo campo, Mao Tse Tung, llamaba a esto “contradicciones en el seno del pueblo”, es decir, que no son antagónicas como con los enemigos, sino que se desarrollan con un método democrático de críticas para conseguir una nueva unidad sobre una nueva base. Una pista, un método. Y esa nueva base requiere tener el objetivo de vincularse con las verdaderas necesidades populares, que conecte y practique una escucha y así participar con más fuerza de las batallas que vienen, tal vez intuyendo que, no hay horizonte, salvo el de la búsqueda por abajo, para parir una democracia real que tenga el centro en la justicia social, el cuestionamiento a toda forma de explotación, la paz y la soberanía.
[1] Quiero destacar dos trabajos, entre muchísimo, que son muy útiles: las intervenciones de Diego Sztulwark en el blog Lobo Suelto y múltiples entrevistas, y el trabajo de Pablo Semán en el libro “Está entre nosotros”.