*Por Matías Maciel
El mes pasado marcó un periodo complicado para los trabajadores, con un impacto significativo en sus ingresos. Según los datos recopilados por la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), la canasta básica de los trabajadores sufrió un aumento notable del 24,3% en diciembre. Este incremento repentino se atribuye a la devaluación monetaria y a la apertura de precios, factores que impulsaron una rápida alza en productos fundamentales como alimentos, medicamentos, transporte y otros servicios cruciales para la vida cotidiana.
El gobierno de Milei, con sus promesas de desregular los precios y la devaluación en curso, ha creado un escenario económico preocupante, estimándose una inflación que podría alcanzar el 30% para diciembre. Esta situación ha impactado de manera particular en bienes esenciales como medicamentos, alimentos, alquileres, combustibles, transporte público y servicios de telecomunicaciones, todos los cuales han experimentado aumentos considerables.
Los trabajadores se han visto directamente afectados por esta coyuntura: su inflación personal alcanzó el 24,3% en diciembre, muy por encima del 12,1% registrado en noviembre. Los sectores más afectados han sido el transporte, la salud, las comunicaciones y la alimentación, con aumentos que superan el 15% en cada uno de estos rubros.
Nicolás Trotta, representante de la UMET, ha señalado la aparente omisión del gobierno de Milei en cuanto a la consideración de incrementar los salarios para los trabajadores en medio de esta escalada inflacionaria. La ausencia de aumentos que acompañen la escalada ha llevado a que los salarios reales en el sector privado alcancen niveles que no se veían desde hace 18 años. Sin un aumento salarial, se vislumbran consecuencias de largo alcance para los trabajadores y sus condiciones de vida.
En enero, los aumentos en los servicios de medicina prepaga, telecomunicaciones y medicamentos han sido notables, y se anticipan más aumentos para febrero. Esto plantea serios desafíos en cuanto al acceso de la población a estos servicios, sobre todo desde una perspectiva económica.
El contexto económico actual también ha afectado otros sectores, como el de los transportes, donde los incrementos han sido considerables: el transporte público en colectivos y trenes aumentó un 45% en enero y se ajustará con la inflación promedio a partir de febrero. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el subte tuvo un alza del 37,5%. Asimismo, los taxis incrementaron sus tarifas en un 20% en enero y planean un aumento adicional del 30% en marzo.
El sector de los combustibles también ha sufrido aumentos constantes: en diciembre, tras la devaluación, se registraron dos incrementos, uno del 37% a mitad de mes y otro promedio del 25% al inicio. Se esperan más alzas en febrero, con efectos
Esta coyuntura ha llevado a diversos sectores a replantearse sus estructuras de precios y a generar preocupación por la viabilidad del acceso a servicios básicos, como el acceso a medicamentos por parte de las obras sociales y la provisión gratuita de medicamentos a través del PAMI, que beneficia a la mayoría de los jubilados.
En el tejido intrincado de la economía argentina, el último mes ha sido testigo de una embestida inusitada. Los trabajadores, columna vertebral de esta sociedad, han soportado un incremento del 24,3% en su canasta básica, aguijoneados por la devaluación y la liberación de precios. El gobierno de Milei, con su consigna de desregular, ha hilado una inflación que amenaza con alcanzar el 30% para diciembre, martillando los cimientos de bienes vitales como alimentos, medicinas y transporte.
Sin embargo, en este baile caótico de precios, los salarios han permanecido estáticos, abandonando a los trabajadores en abismos remunerativos sin precedentes. Los aumentos en servicios esenciales como salud, comunicaciones y transporte, han incrementado las tensiones en el acceso a estas necesidades básicas. La derogación de la Ley de Alquileres vía DNU ha puesto a quienes deben renovar o conseguir vivienda en una situación desesperante, que incrementa el costo de vida de forma abrupta.
Las alzas, cual marea avasalladora, se expanden: transporte público, combustibles, peajes, estacionamientos, e incluso, los precios del tabaco. Esta constelación de incrementos plantea desafíos insoslayables para la estabilidad económica y el acceso equitativo a los servicios indispensables que gravitan en el diario vivir de la población.
El paro dispuesto por las centrales obreras va a ser la caja de resonancia del descontento social. No solo de los trabajadores, comparecientes, PyMEs y productores en general tienen en esa jornada una oportunidad para frenar un plan que sólo significa una transferencia brutal a los sectores más concentrados. El mundo estará mirando la capacidad de respuesta de una sociedad que no soporta más ajustes. Seremos protagonistas.