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Todos los caminos conducen a XI

Por Luciano Moretti

20° Congreso del Partido Comunista de China: continuidades y rupturas:

Entre los días 16 al 23 de octubre se llevó adelante el evento político más importante de China, el 20° Congreso del Partido Comunista de China. El principal objetivo fue renovar el liderazgo partidario eligiendo a quienes ocuparan los cargos más importantes dentro del Comité Central y el Buró Político, así como delinear los objetivos políticos y económicos que afrontará China en los próximos cinco años.

La re-reelección de Xi Jinping era algo sabido de antemano, por lo que toda la atención estuvo puesta en quienes integran el Comité Permanente del Politburó. La nota de color la puso el extraño evento que se vivió durante el cierre del congreso con el retiro por la fuerza de Hu Jintao. Esto levantó múltiples sospechas e interpretaciones en la prensa occidental.

Contexto del 20° Congreso del PCCh

Luego de más de cuarenta años de crecimiento sostenido de su economía, lo que llevó a China a convertirse en una de las principales potencias económicas del planeta, la situación geopolítica del país en el concierto internacional de poder se ha modificado radicalmente. Muchos en occidente adjudican este cambio al liderazgo fuerte de Xi Jinping. Sus dos últimos mandatos se han caracterizado por una marcada presencia internacional de China, particularmente con el despliegue de la llamada Ruta de la Seda. Es indudable el papel que ocupa hoy la economía china en las finanzas internacionales y como prestamista de muchos países en vías de desarrollo, en particular en aquellos del sudeste asiático que constituyen la periferia inmediata de China. Esto conduce a China en un sendero de enfrentamiento con los EE.UU. por el liderazgo del sistema mundo capitalista.

El congreso reunió a 2296 delegados que representan a los 95 millones de afiliados, en el Gran Salón del Pueblo en Beijing quienes fueron los encargados de elegir a la nueva conducción partidaria. Finalizó con lo que todos ya sabíamos, la re-reelección de Xi Jinping como Secretario General del Partido, lo que anticipa su re-reelección como Presidente de China. Lo llamativo es que, por primera vez desde el comienzo de la “Reforma y Apertura” en 1978, el Secretario General del PCCh es reelegido por un tercer término consecutivo. Este hecho rompe con la tradición iniciada por Deng Xiaoping (el gran “reformador” de China y artífice del “milagro chino”) de asegurar el liderazgo colectivo del partido y evitar el culto a la personalidad del líder.

En su discurso de apertura, Xi Jinping ha afirmado que “En el nivel más fundamental, le debemos el éxito de nuestro partido y el éxito del socialismo con características chinas al hecho de que el marxismo funciona, particularmente cuando este es adaptado al contexto y las necesidades del tiempo histórico que atraviesa China”. Además, reafirmó su compromiso con la modernización de China declarando que “El objetivo central del Partido Comunista de China será liderar al pueblo en un esfuerzo redoblado para realizar el objetivo del Segundo Centenario de transformar a China en un gran país socialista moderno y avanzar en el rejuvenecimiento de la nación china en todos los frentes a través de la modernización”. En un marcado tono expansionista marcó como uno de los objetivos centrales la reunificación con Taiwán idealmente por medios pacíficos, pero sin descartar el uso de la fuerza militar de ser necesario. La seguridad nacional se convierte en la prioridad por sobre el crecimiento económico por primera vez desde 1949.

Sin embargo, a pesar del éxito económico y político de los últimos cuarenta años, la clase dominante China se enfrenta a un período de grandes desafíos, tanto en su política interna como en la arena internacional. China ha ingresado en una etapa de madurez de su desarrollo económico, alcanzando niveles de complejidad tecnológicos altos, demandando cada vez más materias primas y energía, y con unas reservas de trabajo prácticamente “agotadas”. Esto se ve reflejado en la crisis que atraviesa el sector inmobiliario, el menor crecimiento económico producto de la política de “Cero Covid” que obliga a cierres de la economía y la tensión respecto a la regulación estatal sobre ciertos sectores de la economía (como las empresas de tecnología Baidu, Alibaba, Tencent y Xiaomi). Además, la clase obrera de China ha mejorado su participación en el producto, presionando a la baja la tasa de ganancia de los monopolios chinos. Esto conduce a la clase económicamente dominante en China en un sendero de conflicto abierto con otras potencias debido a la necesidad de expandirse por fuera de la frontera de China. Xi Jinping aparece como el hombre indicado para dirigirlos.

Xi Jinping: liderazgo fuerte y nueva etapa

Luego de un período un tanto tumultuoso durante la transición económica y política de la década de los ochenta, que finalizaría con la llamada Revuelta de Tiananmen, los líderes del PCCh decidieron construir un modelo institucional sólido que garantizara tanto la legitimidad del gobierno partidario como su continuidad en el tiempo. Para ello se introdujeron límites en los cargos de mayor jerarquía, como los de Secretario General del PCCh y el de Presidente de la República Popular de China (dos mandatos consecutivos de cinco años). Se estableció un mecanismo de contrapesos interno, en el que todos los grupos y facciones (de existencia informal) fueran representadas, garantizando así una suerte de “democracia intra-partidaria”, mayor liderazgo colectivo en los asuntos cotidianos y como mecanismo de evitar el llamado culto a la personalidad, que según Deng habría sido la causa de muchos problemas durante la era de Mao.

En cuanto a la sucesión de liderazgo, era tarea de cada Secretario General saliente la de elegir y promover dentro de la estructura partidaria a quienes serían el reemplazo generacional. Para esto existía un mecanismo informal de límites de edad para quienes ocuparan cargos de jerarquía (68 años máximo a la hora de ser candidatos al Politburó). Además, esta nueva generación generalmente era promovida a cargos de relativa importancia para que se fueran preparando para dirigir el país. Así fue en la transición entre Jiang Zemíng y Hu Jintao, y luego en la transición entre Hu Jintao y Xi Jinping. Esto generaba una situación en la que el Secretario General anterior y su grupo político mantenían ciertos lugares de poder dentro del Politburó durante el primer mandato de su sucesor, de forma tal que funcionaban como contrapeso político. En el segundo mandato de su sucesor esta influencia ya sería menor o nula, e ingresarían los miembros de la futura generación.

Todo este mecanismo de arreglos formales e informales fue completamente desmantelado por Xi Jinping. A la hora de su llegada al poder existían al menos dos facciones políticas, aquellos que provenían de hacer carrera en la Juventud Comunista de China (llamados también Populistas) y los llamados “Príncipes rojos”, hijos y nietos de familias importantes dentro de la historia del Partido (también llamados elitistas). La corriente de los Tuanpai fue iniciada por Hu Yaobang quien fuera Secretario General en la década de los ochenta. Entre los miembros destacados de esta facción estaban Hu Jintao (ex-presidente 2002-2012) y Li Kequing (actual Premier). Dentro de los elitistas la figura actual más importante es Xi Jinping. Hay que aclarar que ambos grupos o facciones tienen objetivos principales comunes y que nos constituyen visiones opuestas sobre China. Las visiones opuestas a la actual conducción del PCCh fueron purgadas antes de la llegada al poder de Xi Jinping en 2012, mediante el conocido asunto sobre Bo Xilai (quien representaba una facción de izquierda).

Todo este entramado institucional y arreglos internos partidarios están siendo modificados, en este sentido el 20° Congreso representa un quiebre con estas tradiciones. La re-reelección de Xi Jinping marca un quiebre con los límites que existían en los mandatos partidarios y dentro del Estado, lo que rompe con la idea de “liderazgo colectivo” y con los mecanismos que existían para garantizar la sucesión de liderazgos. Xi no tiene un heredero, al menos anunciado públicamente. Quien se veía como posible sucesor, el Premier Li Keqing acaba de retirarse de la política.

Si observamos la composición del nuevo Comité Permanente del Politburó (son las siete posiciones de poder más importantes dentro de China y quienes dirigen los asuntos cotidianos del país) vemos que quienes provenían de la facción de los tuanpai (Li Keqing) fueron excluidos de la nueva composición. Sólo dos de los miembros del Comité Permanente reeligieron (Zhao Leji y Wang Huning), además de Xi Jinping. Estos dos lo hicieron a pesar de superar el límite (informal) de edad permitido, rompiendo con esta regla no escrita. De los cuatro restantes, el nombre más importante es el de Li Qiang quien se supone ocupará el cargo de Premier. Li Qiang viene de ser el Secretario General del PCCh en Shangai (ciudad costera y centro financiero) donde las protestas en contra de la política de Cero Covid y las cuarentenas estrictas estuvieron en el centro de la escena. Esto significa una recompensa para quien se mantuviera leal a la política oficial e impusiera la línea del PCCh incluso en situaciones de conflictividad social. El otro dato de importancia es que, por primera vez, no hay ninguna mujer en el Comité Político del PCCh. De esta manera, Xi ingresa en su tercer mandato consecutivo rodeado de figuras leales y sin un sucesor claro a la vista. Es decir, con mayor concentración de autoridad entorno a su figura.

El “escándalo” con Hu Jintao: múltiples interpretaciones

Los congresos del PCCh están entre los eventos más importantes de la política en China, por lo tanto, su organización es extremadamente cuidada y cada evento está sujeto a estricto protocolo. Es por eso que lo que sucedió con Hu Jintao al cierre no puede pasar desapercibido. Aquí es necesario hacer una aclaración previa. Muchos y muchas colegas latinoamericanos con cierto expertise en la política China han intentado minimizar lo sucedido acusando a los medios occidentales, y en particular a los EE.UU., de querer ensuciar la imagen del PCCh y de Xi agrandando un evento que para ellos fue un suceso menor. En general estas interpretaciones tienen de fondo la idea de no ser funcional a la agenda de EE.UU. en una suerte de revival de la Guerra Fría, en la que cualquier crítica hacia China sería en favor de los EE.UU. Sin embargo, este tipo de mentalidad simplona subestima la capacidad de interpretación del público en general. Quienes abogamos por un pensamiento crítico propio, situado desde las epistemologías del Sur y en favor de la lucha por la liberación de nuestros pueblos, no podemos caer en la retórica del mal menor, o de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo.

Habiendo hecho esta aclaración, veamos qué interpretaciones se pueden hacer sobre lo que todos observamos como un escándalo en el cierre del Congreso. En el video se observa como Hu Jintao intenta abrir una carpeta con documentos que estaba sobre la mesa, luego Xi coloca su mano sobre esos papeles e inmediatamente llega una persona que intenta retirar del salón a Hu quien claramente se resiste, ninguno de los presentes se inmuta cuando Hu es retirado, antes de salir toca el hombro de Xi y le dice algo. La explicación oficial es que Hu se sentía mal y fue retirado por ese motivo. Estas imágenes que circularon por toda la prensa mundial fueron captadas porque el hecho sucedió luego de que se dejara ingresar a la prensa extranjera, por lo que existen tres interpretaciones posibles Hu se sentía mal de salud, fue un error o fue deliberado.

Hu es una persona de 79 años de edad, y hace tiempo que se conoce sobre su estado de salud delicado. Es posible que debido a su estado de salud debiera ser asistido, sin embargo, no es eso lo que se observa en el video. La pasividad de todos los presentes llama la atención por el acto de deshumanización que representa. La hipótesis de que fuera un error de protocolo, en un evento tan cuidado y mediante el cual China se encuentra bajo observación de todo el mundo hace pensar en que más que un error sea un evento deliberado, pero ¿Por qué?

De acuerdo a la interpretación de los medios y los expertos en “occidente” este evento podría interpretarse como una “purga” en vivo del viejo dirigente y como un símbolo inequívoco de que Xi concentra en su persona todo el poder del gobierno. Que Stalin hacia lo mismo y que todos los Partidos Comunistas funcionan así, autoritarismo, persecución interna y terror. Se habló del nuevo “emperador rojo” y de refuerzo de autoritarismo interno y otras interpretaciones por el estilo. Sin embargo, Hu Jintao no representa una amenaza política para Xi ni hoy ni en el futuro, estando casi retirado. Además, es un dirigente que cuenta con legitimidad social y política en el público chino. Algunos sostienen que Hu estaría disconforme porque los miembros de su facción política no continúan en el Comité permanente, otros que se esperaba que Hu votará contra la re-reelección de Xi, y un largo etc.

Nada de esto está claro, las interpretaciones no son más que eso, interpretaciones. Sólo la realidad es nuestro criterio de verdad y, por lo tanto, deberemos esperar el desenvolvimiento futuro de los acontecimientos para juzgar con certeza lo sucedido. Los rumores respecto a la política china son moneda corriente y se intensificaran a medida que la confrontación comercial con EE.UU. gira hacia el terreno de la geopolítica y al plano militar. Por lo tanto, más que nunca debemos tener herramientas propias y escuelas de pensamiento propias con las cuales interpretar los eventos del futuro. El colonialismo ideológico y teórico es la peor forma de colonialismo porque nos quita autonomía y nos subordina a lo que otros quieren que creamos.

Lo que si podemos afirmar es que Xi Jinping reafirmó su control sobre el PCCh y sobre la política china colocándose como el centro único del poder político. Esto puede reforzar su poder discrecional a la hora tomar medidas en materia de regulación económica y de re direccionar la política exterior del país. Sin embargo, también lo coloca en una situación de mayor vulnerabilidad debido a que las futuras turbulencias económicas y políticas y los cambios de humor en la opinión pública recaerán más fuertemente sobre su figura, afectando su legitimidad. Además, ruptura de los mecanismos de sucesión y de control internos, puede conducir a sus rivales políticos a otras formas de disputa por el control político que creen inestabilidad interna.

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