Por Florencia Bark y Belén Spinetta*
La madrugada del 30 de diciembre de 2020 quedará grabada en la memoria colectiva de la Argentina. Con una movilización de masas inédita en el mundo, el Senado de la Nación convirtió en Ley la Interrupción Voluntaria del Embarazo: una pelea histórica del movimiento de mujeres de nuestro país. Dos años después de que el mismo órgano legislativo negara el derecho, se logró dar vuelta la página; es una revancha histórica que se configura además en un faro para toda América Latina, una de las regiones del mundo más atrasadas en materia de legislación que garantice el pleno goce de la salud sexual y reproductiva de las mujeres.
En 2018, el proyecto tuvo 38 votos negativos y 31 positivos. Ahora, en 2020, con 38 positivos y 29 negativos se dio vuelta la historia. La “marea verde” creció y se consolidó en las calles y las plazas, así como también aumentaron las necesidades y padecimientos en medio de una crisis sin precedentes. El resultado de la votación, esos siete nuevos votos positivos, expresa que de 2018 hasta acá no solo creció el reclamo y el movimiento en las calles, sino que el escenario político cambió favorablemente para todo el pueblo, tras la derrota del gobierno de Mauricio Macri en diciembre de 2019 y el triunfo del Frente de Todos.
En la aplastante victoria del voto verde frente a las posturas antiderechos, se expresa claramente una avanzada ideológica sobre ese sector. Así sucedió con tres senadores que cambiaron su posición y con frases que denotaban autocrítica, dieron el necesario “si” tras haber atravesado un aprendizaje. “Hace dos años yo me encontraba en este recinto sosteniendo una posición diferente a la de hoy. Estoy orgullosa de afirmar que hoy la mujer en Argentina es política de Estado. Mi voto es por una mujer libre, mi voto es un voto deconstruido”, expresó Silvina García Larraburu (Río Negro), y en el mismo sentido lo hizo Lucila Crexell (Neuquén) y Sergio Leavy (Salta). Otros, en los últimos meses estuvieron “indecisos” y finalmente levantaron la mano a favor de la justicia social.
La marea que todo lo empuja
En un año signado por la pandemia del coronavirus, una profunda crisis económica y una gran ofensiva de los sectores reaccionarios -factores que agudizaron la división social, política y cultura de la sociedad argentina- la legalización del aborto representa sin dudas un hecho bisagra. Es la consagración de la lucha que lleva más de 35 años (desde la creación de la primera comisión por el derecho al aborto en 1985), el agrupamiento alrededor de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito, la continuidad histórica de un movimiento de mujeres único en el mundo que crece exponencialmente y tiene la particularidad de ser muy federal. Aunque la mayoría de las imágenes que circularon en los diarios del mundo de la jornada del 30 fueron tomadas en las inmediaciones del Congreso de la Nación, a lo largo y ancho del país se realizaron más de 121 vigilias – de Ushuaia a la Quiaca literalmente- que duraron hasta que se votó pasadas las cuatro de la mañana.
La marea verde que emergió en 2018 y copó la escena política nacional, poniendo las demandas del feminismo sobre la mesa de cada familia argentina, vino a coronar una de las batallas más cruciales en relación a la autonomía de las mujeres, el derecho a decidir sobre los propios cuerpos y ese derecho silenciado como un tabú: el derecho al goce. Aunque muchas veces hemos dicho que el feminismo en Argentina no nació en 2015 con el primer Ni Una Menos, ni en 2018 con la Marea Verde, nunca está de más enfatizar en que existe un recorrido de años y años que tienen a los Encuentros Nacionales de Mujeres -que se sostienen hace 34 años- como columna vertebral.
A su vez, en un contexto de profunda agitación en América Latina -a partir de derrota del golpe de Estado en Bolivia, el triunfo del pueblo chileno contra la Constitución Pinochetista y luchas popular como las de Perú o Guatemala- enciende un faro para los feminismos de la región. De hecho, hubo movilizaciones de apoyo en distintos países, ya que ganar el aborto legal en la Argentina empuja el conjunto de la lucha feminista latinoamericana.
La pelea por la legalización del aborto tiene un profundo contenido ideológico porque vino a cuestionar nada mas y nada menos que las raíces patriarcales que sostienen el sistema de explotación. La sanción de la Ley no puede entenderse tampoco como un punto de llegada, sino como una estación intermedia donde logramos subirnos al podio, pero que abre nuevos desafíos: en primer lugar, garantizar la plena implementación de la IVE, la Ley de Educación Sexual Integral y no bajar la guardia frente a la ofensiva anti derechos que seguramente va a crecer.
Al repasar la historia, 35 años de luchas no es poco. Sin dudas, fue y sigue siendo, desde nuestra óptica, una larga y dura pelea que tuvo sus costos. En todos estos años ¿cuántas mujeres murieron por abortos clandestinos? ¿Cuántas fueron obligadas a parir en silencio? Debemos decir que, durante años, este Estado patriarcal nos dejó en lo más rezagado de su agenda, pero pudimos ser protagonistas de la transformación de nuestra propia historia.
Todavía no somos libres, vivimos en un mundo donde reinan los explotadores sobre los explotados y donde la doble opresión (por nuestra clase y por nuestro género) es aún la norma. Nos queda un largo trecho por recorrer en camino a la liberación nacional y social, esa que necesariamente conlleva nuestra liberación como mujeres. Pero después de este 30 de diciembre de 2020, tenemos un faro frente a nuestros ojos: ahora sabemos que juntas, que todas, que organizadas, podemos dar vuelta el viento.
*Florencia Bark es periodista y Lic. en Comunicación Social (Universidad Nacional del Comahue). De Río Negro, Patagonia Argentina. Trabaja en Diario Río Negro y La Comuna e integra la Campaña Nacional por la Emergencia en Violencia contra las Mujeres.
*Belén Spinetta es Comunicadora Social (Universidad Nacional del Comahue) y periodista. Patagónica -nacida y criada- actualmente viviendo en Buenos Aires. Integra la Red Par (Periodistas de Argentina en Red por una Comunicación No sexista). Co editora de Revista Lanzallamas.
Foto: Hebe Rajneri (@hebehache)