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Universidad: el arriba nervioso y el abajo en movimiento

*Por Matías Rodríguez Gianneo

Foto de inicio: Sebastián Pancheri

La casta libertaria no deja estudiar. Luego del veto a la Ley de Financiamiento Universitario y la ratificación de este en el Congreso, estalló la lucha universitaria con paros, tomas, cortes y clases públicas. El conflicto tiene sus hitos en las dos marchas federales del 23 abril y el 2 de octubre, las contiendas parlamentarias contra el ahogo presupuestario, sumado al constante ataque material y simbólico del gobierno de Milei. Con el correr de los días la lucha se masifico en decenas de tomas masivas a lo largo y ancho del país, el presidente afirmó “no voy a ceder”. Se abrió una pulseada de resultado impredecible: primero, porque se puso de pie un actor que estaba dormido, el movimiento estudiantil universitario, Milei pateo el hormiguero; segundo, porque interpela a la juventud que el líder libertario abogaba representar; y, en tercer lugar, por el valor social que tiene la universidad pública en nuestro país como vector clave en la movilidad social ascendente en millones de familias.

El gobierno de Javier Milei con la votación que valido el veto ganó una pulseada, con las mañas de la casta, mágicamente varios diputados del Pro, la UCR y hasta algunos del PJ cambiaron de opinión y votaron con el gobierno para conseguir más de un tercio y ajustar las partidas universitarias.  Milei gobierna con decretos, vetos y torciendo débiles voluntades. La democracia tiene poco de real, se trasforma en una trampa institucional. Crece la desconfianza hacia las instituciones que no pueden canalizar la bronca y el movimiento estudiantil junto a gremios docentes y estatales ganan las calles y los territorios educativos: marchas, asambleas, vigilias, clases públicas, festivales, nacen desde abajo con una creatividad esperanzadora, protagonizada por toda una generación juvenil que está participando de sus primeras luchas. El tiempo y la historia dirán si esa victoria parlamentaria del gobierno, no será una gran derrota política y el comienza de un cambio de la tendencia de la ofensiva reaccionaria hacia una resistencia que pase de la implosión al desborde social.

FOTO: Sebastián Pancheri

UN MODELO DE PAIS DESCALIFICADO

Según la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP), el principal organismo no gubernamental dedicado a este tema, en los primeros ocho meses de 2024 el gobierno redujo el gasto público en un 30,1% interanual, ajustado por inflación: en otras palabras, casi en un tercio, pero especialmente las de desarrollo social y educación. Camino inverso a los Ministerios de Seguridad, de Defensa y el área de Inteligencia que han engordado sus billeteras para la represión de la protesta.

La educación que fue degradada de ministerio a secretaría, tuvo su primer ataque con la eliminación del Fondo Nacional de Incentivo Docente, y luego, el golpe más fuerte se lo propinó a las universidades públicas, que, junto con la paralización de la obra pública, el recorte de las jubilaciones y pensiones, el ajuste en salud y ciencia han pagado el tan mentado superávit fiscal, con la posterior fuga de excedentes.

El presupuesto total para las universidades de este año es de $3,98 billones, la cifra representa una caída del 32%, teniendo en cuenta el efecto de la inflación, en comparación con 2023.

El ataque vía ahogo presupuestario que lleva adelante el gobierno está alineado con la visión futura del país imaginado: una factoría primarizada neocolonial de extracción de minerales, energía y agroalimentos, con una fuga de excedentes con base en el endeudamiento externo y un paraíso financiero. La liquidación de la soberanía nacional va desde entrega de territorios continentales y marítimos a la ruina de la ciencia y técnica, pero con un agregado: la destrucción de la educación en todos sus niveles y posterior resquebrajamiento de la identidad nacional. Así el neoliberalismo no se presenta solo como políticas económicas sino formas de vida, de sensibilidades y de reproducción social que quieren transformar. Para llevar adelante este plan, desfinanciar el sistema público de educación y desalentar la calificación con bajos salarios es uno de sus pilares:  según datos del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), el 70% de los salarios de los docentes están por debajo de la línea de pobreza. Estamos ante un auténtico estrangulamiento del sistema educativo. Esta situación comienza a repetirse en múltiples áreas ligadas al sistema científico-técnico. Es decir, ¿para qué estudiar si un trabajador no-calificado gana más que uno calificado? La disgregación social en un modelo de pobreza planificada se expresa en un ataque sistemático al mundo del trabajo y a la educación, la destrucción de la posibilidad de movilidad social ascendente. Sumado a esto, es el evidente desprecio por la cultura que expresa la casta gobernante.

DE LO ECONÓMICO A LO POLÍTICO

Al momento de escribir estas líneas a lo largo y ancho del país hay más de 80 instituciones tomadas, que llevan adelante actividades de protestas como clases públicas, paros, vigilias, proyecciones, festivales. Franco, estudiante de Ingeniería Química en la UTN de Rosario y militante de la agrupación TAC nos cuenta que “cuando se veta la ley de financiamiento universitario comprendimos que la situación cambió, que esta idea de la lucha institucionalizada del Congreso se rompe y hay una parte que quiere formar parte más activamente dentro de la lucha, por lo que organizamos una asamblea que fue la una de las más grandes dentro de la historia de nuestra Facultad”, la propia discusión y participación hace que una lucha que empezó siendo principalmente económica pase a ser política, así lo retrata en cómo fue la asamblea: “también se discutió la parte ideológica de cuál es el rol que tiene la Universidad dentro de nuestro país y cómo a partir de esta se puede planificar no solamente un país mejor, sino un país soberano un país libre que pueda tener ingenieros que aporten a la industrialización”.

DEL PALACIO A LAS AULAS, DE LAS AULAS A LAS CALLES

Sin dudas se puso en movimiento algo masivo que empieza a ver que las vías institucionales y el arriba político no son garantía de frenar los planes del gobierno, la necesidad de que crezca desde abajo la resistencia encontró en la lucha universitaria un aire necesario, así lo retrata Bruno estudiante de medicina, Concejero Superior UNR (MC)lo que cambió es que el debate es desde abajo para arriba y no de arriba para abajo,  lo que cambió es que ahora la punta de lanza son los pibes y el estudiante y ahí aparece la primera reflexión que sería bueno, esto no es como con el macrismo”. La imposibilidad de concretar las demandas por canales parlamentarios de representación lleva a buscar canales extraparlamentarios, es decir, ante el veto, el decreto o la prebenda de voluntades, aparece una desconfianza a las instituciones que abonan a un cambio de ciclo que se expresa en el mundo de la micro-política “una parte grande que banca la universidad pública que le depositaba a los diputados la posibilidad de ganarle algo al gobierno y que cuando se termina de cristalizar en que nos cagaron ahí cambió la cabeza una parte grande de la gente y muchos pibes que son piolas, se largaron a hacer cosas que antes no hacían, aparecen diciendo: Bueno, yo quiero hacer cosas. Yo no me quiero quedar quieto. Yo quiero defender la educación pública. Yo quiero defender la salud pública”.

LA DEMONIZACIÓN: UNA VIEJA PRÁCTICA FASCISTA

Desde la empleada estatal vitalicia Patricia Bullrich al peronista devenido en libertario Guillermo Francos, han ventilado desde los medios hegemónicos su cloaca verborragia creando supuestos “enemigos internos” que amenazarían la institucionalidad y la paz social llevada adelante contra el “topo del Estado” nuestro flamante presidente Javier Milei. Francos planteo que las tomas de las universidades son incubadoras de la “guerrilla subversiva” y la Ministra de Seguridad que los estudiantes “van a ir con molotovs” a desestabilizar al gobierno. Se despertó un gigante dormido, el movimiento estudiantil, y los dardos de veneno mediático no tardaron en aparecer. Esta demonización estéril choca contra sensibilidades que plantean la defensa de la justicia social, y se convierten en vectores de futuro frente a quienes tienen solo la destrucción como bandera.

Giuli estudiante de Psicología en la Universidad Nacional del Comahue, en Cipolletti, Río Negro nos cuenta que “En este momento particularmente me parece muy importante estar organizados porque este gobierno es fascista y me parece necesario caracterizarlo de esa manera. Llegaron al poder demonizando a todo aquel que piensa distinto, esparciendo discursos de odio, fake news y violencia sistemática. En este sentido me parece fundamental participar de todas las movilizaciones porque la historia tanto mundial como argentina nos ha demostrado que cuando los estudiantes nos unimos podemos frenarlo”. La violencia esgrimida por el gobierno no es únicamente simbólica. Se ha instalado en la Argentina la amenaza de represión policial violenta y el encarcelamiento, sumado al envío de falsos militantes con el objetivo de generar provocaciones que luego son divulgadas como fakes para instalar la idea de un movimiento estudiantil violento y formado por unos pocos “activistas”, tal como ocurrió en la Universidad Nacional de Quilmes.

Una novedad es que estamos ante las primeras tomas y protestas masivas de la historia de universidades más nuevas: las del conurbano como San Martín, La Matanza, Lanús, Moreno, y también en el interior como La Pampa, Catamarca, Tierra del Fuego, San Juan, entre muchas más que no tienen una tradición como las de la UBA, La Plata, Comahue, Rosario o Mar del Plata. Seguramente sea condición que el conflicto siga masificándose y que las conducciones y las bases puedan tener en cuenta que, con la virulencia y la determinación que presenta el gobierno, esta sea una lucha larga: tanto por el presupuesto y el derecho a estudiar como por la verdad.

LUCHA POR LA VERDAD

El nihilismo reinante en los derechistas reaccionarios de hoy tiene una pulsión destructiva no solo de lo material: cuerpos y cosas. Sino también su pulsión destructiva es sobre la noción de verdad. Las nuevas plataformas digitales y el predominio de la posverdad apuntan a esto. Es así que en otro llamado a la mentira el presidente afirmó que “la universidad pública nacional no le sirve a nadie más que a los hijos de los ricos y de la clase alta y media alta, en un país donde la gran mayoría de los niños son pobres”. Según el sitio chequeado.com el 48% de los nuevos inscriptos en universidades e institutos universitarios nacionales y provinciales de la Argentina en 2022 (último dato disponible) son primera generación de universitarios en sus familias, cifra que aumenta al 68% si se consideran solo los estudiantes que respondieron sobre la instrucción de sus padres. Y resalta que existen grandes variaciones entre instituciones: en la Universidad Arturo Jauretche -ubicada en el partido bonaerense de Florencio Varela- el 75,53% de los estudiantes son de primera generación, mientras que en la Universidad de Buenos Aires este porcentaje es del 38,56%. Pero estos son datos que podemos constatar todas y todos los que cursamos carreras en alguna Universidad Nacional, la composición es mayoritariamente de hijos e hijas de familias trabajadoras, o los propios estudiantes tienen que serlo para sostener su estudio.

La Universidad y la educación superior, tanto nacional como provincial en los Institutos se han convertido en una de las pocas formas que quedan de tener alguna posibilidad de una movilidad social ascendente, ya que el trabajo en la Argentina hace tiempo que presenta enormes dificultades. De allí el valor que representa en las familias. En recientes encuestas realizada por la consultora Zuban-Córdoba el 80,7 % de los encuestados indicaron estar de acuerdo en que las universidades facilitan el mejoramiento de las condiciones de vida de los argentinos. Incluso el 64,7% de los votantes de La Libertad Avanza en el balotaje también estaban de acuerdo en la utilidad positiva de las universidades para el progreso individual y colectivo de los ciudadanos, mientras que tan solo el 25,3 por ciento se mostró en desacuerdo. También el 70% de los encuestados confía en la educación pública, posicionándola como una de las instituciones más valoradas del país, junto a la salud pública y el Conicet.

Milei sostuvo que “Si no quieren ser auditados es porque están sucios. No quieren las auditorías para seguir defendiendo el robo”. La Ley de Educación Superior (Ley 24.521) establece en el artículo 59 bis que “el control administrativo externo” de las universidades estatales “es competencia directa e indelegable de la Auditoría General de la Nación (AGN)”, que “dispondrá de un área específica (…) para llevar a cabo esta tarea”. La AGN depende del Congreso. A su vez, deben contar con mecanismos de auditoría interna. El propio CIN (Consejo Interuniversitario Nacional) en innumerables ocasiones desmintió la afirmación del gobierno, ya que las universidades son auditadas de manera interna y externa, y luego se suben los resultados a las páginas web de cada institución. Sumado a que es el propio Gobierno el que no cumplió con los pasos institucionales para avanzar con las auditorías este año, ya que está trabada la discusión por la designación de sus representantes.

MUCHAS LUCHAS, UNA LUCHA

Matías Gómez, estudiante de Psicología de Rosario y concejero directivo de la Facultad nos cuenta que “se definió tomas en esas facultades que tienen la particularidad de que fueron sin cese actividades. Para nosotros fue muy importante también porque esa medida particular tenía dos objetivos uno obviamente el de la toma para poder darle visibilidad y llenar de contenido de las aulas”, esa inteligencia de leer las necesidades y las formas y no enamorarse de las medidas como fines, sino como medios, conecta con saberes de generaciones pasadas que la argentina tiene en nuestras universidades: “Después de un año que fue muy difícil para los compañeros y las compañeras en relación a la cantidad de clases que tuvimos, pensamos que es muy valioso que podemos tener mayor cantidad de clases posibles”  y remarca que “siempre nos buscan dividir y que el Gobierno busca que seamos cada vez menos” pero que “estas tomas tuvieron diferentes actividades desde el grupo de estudio espacios de obviamente de recreación proyección de diversos documentales e intervenciones artísticas y culturales música en vivo que eso también permitió que se llena de contenido tenga cuestiones concretas y que sea con cientos de compañeros en cada una de las facultades”.

Nehuen Corbeletto, coordinador nacional de la CEPA (Corriente Estudiantil Popular Antiimperialista) pone sobre la mesa la cuestión de la confluencia con el movimiento obrero y otros sectores en lucha, que ha sido una característica en nuestra historia: “la pelea por la confluencia de los distintos sectores que están en lucha es clave, porque lo de la universidad se hace en simultáneo con la lucha por lo de salud, el Bonaparte, Aerolíneas, los jubilados, y está lo de transporte, el paro del 30 de octubre, son las boyas que tenemos para ir juntando todo lo que está luchando y bueno, empalme con lo universitario, y de ahí la pelea por un paro nacional activo y la marcha federal hacia fines de noviembre”.

La ofensiva reaccionaria es tan grande que se hace muy difícil articular todas las luchas, en una especie de bomba racimo, todos los días hay un ataque a derechos, cierre de entidades públicas, agravios a sensibilidades, tal vez el movimiento estudiantil pueda nuclear esas energías. No sabemos cuánto y cómo será el desarrollo y desenlace del conflicto, pero sí que, en cada asamblea, en cada toma y en cada marcha nacen nuevas subjetividades. La rebeldía y el gesto de radicalización empieza a cambiar de bando.

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